Velia Vidal presentó ‘Diez lunas para una espera’, en la FILBo. Se trata de un libro precioso, ilustrado por Natalia Rojas, en el que una madre le canta al bebé que aún no ha nacido. Son diez cantos que, en forma de arrullo, celebran el milagro de la vida nueva y la fortuna del amor. Este es un libro que suena, un tejido de palabras labradas, bien anudadas, que tienen ritmo y melodía y que, al estar juntas, pueden bailar bunde, abozao o currulao. Este es un libro que suena a Chocó.
‘Diez lunas para una espera’ baila en ronda alrededor de la idea de la maternidad y del acto de maternar. En él no solo las mujeres cuidan a los niños; esto es tal vez lo más bello. En sus textos y sus dibujos se ven hombres amorosos que juegan, que enseñan y protegen. Padres, tíos, abuelos y amigos que crían. La maternidad se hace verbo y la acción de maternar se extiende también a la tierra y a la selva, al mar y al manglar. Maternan la ballena Yubarta, el caballito de mar y el perezoso; la tortuga, el cangrejo, el mono y la garza. Maternan todos los que cuidan, a su especie y a los otros seres vivos; esto es lo que hace profundamente poético a este libro.
En unos cuantos versos, Velia Vidal transita de lo más local a lo más universal; allí donde todos nos encontramos y nos reconocemos como humanos, en el acto sencillo y cotidiano de cuidar, de maternar. Su poesía expresa la dignidad del pueblo afro, su cultura, su manera de entender el mundo y de relacionarse con los otros seres vivos. Con los pies bien asentados en su lugar de enunciación, su tradición, su mar, su piel de noche y su río Atrato, ella abraza la idea del amor universal. Entonces, su libro se convierte en una obra poderosa que trasciende géneros, etnias, fronteras y especies; es un arrullo que le canta a los niños, a las madres y a cualquier ser del planeta que cuide la vida.
Velia reafirma lo propio, lo particular, para enriquecer lo que es común, la humanidad. En este libro, a través de imágenes poéticas, se representa la dignidad de quienes han sido históricamente excluidos. Su reconocimiento y valoración permite tejer vínculos con los otros de tú a tú, en igualdad de condiciones; más allá de su pertenencia étnica, nacional, de género o generacional. La lección que deja esta forma de ver la vida es movilizadora, no se reivindica la diversidad para voltear la torta y excluir a los que excluyen, se hace para construir relaciones horizontales entre todos los seres humanos.
‘Diez lunas para una espera’ es un libro profundo porque habla de cosas complejas en imágenes y palabras sencillas, que además son hermosas. Es un canto a la vida, al amor y a la solidaridad, entre nosotros y con las otras especies; un arrullo para el espíritu y una bellísima lección de humanidad.
@tatianaduplat