En una forma o en otra, lo más importante de la cultura occidental nos viene de Grecia y Roma. Claro que en el nuevo mundo se impone el “trópico”. Los intereses mercantiles atrofian los buenos hábitos. La televisión, el cine, el celular, las cadenas radiales, las plataformas streaming y las redes sociales influyen decisivamente en la inteligencia y el comportamiento del pueblo.
No solo el niño y el adolescente, también el adulto está increíblemente condicionado por la imagen y el sonido. Los expertos sostienen: una imagen bien expresiva y dinámica nos impacta en lo más profundo. Siempre tenemos sed de movimientos, de acción. Anhelamos instintivamente conocer las cosas en forma directa, de primera mano, a lo vivo. La vida es movimiento y es curiosidad. Preguntamos en el suboccidente: ¿por qué sucede esto? La realidad, para todos tiene una fuerza de formación tremenda. El ser humano es el espectador integral por excelencia.
No queremos perder detalles, todo lo analizamos. Este es el éxito avasallante de la internet, redes sociales la TV, el computador, el cine, y otros medios, aunque estos últimos, no con la misma intensidad.
Lo expresado antes es la prueba reina, de la merma y la reducción de lectores en Colombia y todo el mundo. Esto, es el concepto es nocivo y catastrófico. El libro, por encima de todo, continuará siendo la mayor fuerza cultural del ser humano.
Como defensores apasionados de las “entrañables bibliotecas”, leímos con fascinación la habitual y muy sustantiva columna de ese gran movilizador de ideas que es Amylkar Acosta, articulista también de EL NUEVO0 SIGLO. Cerca de 10.000 volúmenes recibirá la comunidad para incrementar la única abundancia que vale defender con emoción: “la abundancia cultural”.
Los libros tienen mucho de magia y de misterio. Nos abren horizontes, nos iluminan en la hora de la duda y nos impulsan a conquistar siempre nuevas rutas y poderosos espacios.
La lectura de los escritos de Marco Polo sobre su viaje el oriente asiático por parte de Colón lo impulsó resueltamente a su aventura histórica de descubrir a América. Los libros movieron y transformaron al mundo. Recordemos La Biblia, El Contrato Social y El Capital, entre otros.
En el caso de Colombia, son los libros y no los políticos o la lánguida burocracia diplomática la que saca la cara por nuestra nación. Cien años de Soledad, La Vorágine y La María.
Las contribuciones de Amylkar Acosta a la comunidad son enormes. Ha participado en multitud de foros. Fue un parlamentario que dejó huella por su sencillez y densidad, sus conocimientos y su sabiduría.
Yo he venido obsequiando porciones muy significativas de mi biblioteca a casas culturales de algunos municipios. A la Casa de la Cultura denominada “Horacio Gómez Aristizábal”, le entregué 2.000 volúmenes. Por medio del Dr. Roberto Uribe Pinto le envié centenares de libros a mejoras públicas. Como abogado nocturno de la Universidad La Gran Colombia, he donado obras de interés.
Los hombres han influido honda y deliciosamente en nuestras vidas. Ellos nos abren las puertas del conocimiento, son fuente de vida, de alegría, de felicidad.
Moirou expresó: “He leído y vivido con intensidad. Ahora quiero vivir el sueño de la eternidad”.