El amor eterno | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Octubre de 2021

En el manejo de un hospice es frecuente que nos enfrentemos a esos últimos días de nuestros huéspedes y durante este tiempo acompañarlos también en las dificultades en las relaciones humanas que se presentan en las familias por el dolor de la inminente pérdida y de la enfermedad que ponen a prueba nuestros más profundos vínculos de amor.

Muchos de esos vínculos se fracturan y por esta razón se presentan conflictos, abandonos, distanciamiento y claudicación, otros se debilitan porque no soportan presenciar momentos difíciles, pero muchos se fortalecen y prevalecen. En estos momentos podemos saber con quién contamos y quienes realmente nos aman de manera incondicional, abnegada y total, pero lo más lindo de todo esto es cuando en toda esta situación emerge el amor verdadero.

Esta semana mientras realizamos nuestra acostumbrada reunión de equipo diaria, que entre muchas cosas nos sirve para alinearnos, buscar alternativas de cuidado, aumentar los beneficios para la persona y sus familias, pero también involuntariamente compartimos situaciones de estas que nos llenan el corazón y nos dan cada día el motivo para seguir ayudando. Mientras comentábamos los dos casos más complejos, porque había muchos conflictos entre los familiares y veíamos cómo en especial las dos parejas de dos huéspedes estaban gestionando estas situaciones, uno de los integrantes del equipo interrumpió repentinamente y nos compartió algunos apartes de su historia de vida y de su relación de pareja. Quiero compartirles textualmente las palabras que utilizo y sobre lo que quiero reflexionar en esta columna, ella nos dijo: la señora que todos pensamos que es la esposa porque lo acompaña y lo cuida todo el tiempo, no lo es, ella es el amor eterno.

Qué hermosas palabras porque yo soy de los que pienso que en el fin de vida y el proceso de la muerte de las personas nos permite ver el amor genuino, el amor esperanzador, el amor eterno, ese que se manifiesta en el cuidado amoroso, en la incondicionalidad, en la perdurabilidad y la entrega total, generalmente en muchos casos es ese vínculo amoroso que se gesta en la infancia y que permanece con la misma intensidad a pesar de todo, de la distancia, de los conflictos, de los rumbos diferentes que toma la vida de cada uno y que también en la mayoría de los casos esta persona no es la esposa o el esposo pero sí es aquella persona que siempre aparece en los momentos trascendentales de la vida y que están dispuestos a todo y que protagonizan esas historias lindas de reencuentros para envejecer y acompañarse mutuamente hasta el final. Esto me llevó a pensar que parte del propósito de la vida es que generemos vínculos reales y profundos desde el amor, que sean tan significativos que nos lleven siempre a aprender el uno del otro y que además perduren en el tiempo a pesar de todas las vicisitudes de la vida.

Coincide con que en los últimos meses he tenido el privilegio de volverme a encontrar con personas que fueron muy importantes en mi infancia, de recordar, de emocionarme al entender que muchos de estos vínculos son fuertes, amorosos y que se fortalecen a pesar del tiempo y la distancia, motivo por el cual han perdurado y tal vez por todo esto que pasó en la pandemia donde todos perdimos grandes amigos y personas cercanas es muy importante reconectarnos con los que quedan y seguir construyendo juntos y viviendo la vida intensamente. Toda mi admiración para todos esos amores eternos que afloran en el final de la vida y en la vejez.