Estamos viviendo hoy en Colombia el anarco-socialismo, por cuenta del desafío del gobernante empeñado en hacer su voluntad por encima del Estado de Derecho y en contra de la voluntad de la mayoría de los colombianos. En el país no habíamos tenido un gobierno de ese tipo, tampoco estábamos preparados para defender la democracia. La mayoría de las personas al principio no le hacían mucho caso a la demagogia oficial y a los discursos de plaza pública del gobernante. Se inclinaban a suponer que era palabrería para apaciguar a los sectores más radicales que votaron por él.
Al comenzar el gobierno, en los círculos políticos democráticos se pensó que se podía colaborar al estilo tradicional y, en efecto, sectores liberales y conservadores compartieron sábanas, pensando que podrían domar al tigre. Si bien al comienzo las cosas funcionaron, desde el primer momento Gaviria, el entonces ministro de Salud, del sector liberal, tuvo problemas por el manejo de las reformas. Ocampo, de economía, consiguió que le aprobaran al gobierno un presupuesto exorbitante, le habían insinuado que se quedaba en el cargo y a las primeras de cambio le corrieron la silla. Y así pasó con otros funcionarios, incluso conservadores, que salieron.
Otros funcionarios radicales del gobierno Petro salieron también, en parte por el malestar oficial al ver que no conseguían que les aprobaran sus proyectos o ni siquiera lograban explicar sus supuestas bondades al grueso público. Sin que en el Congreso se aprobara la moción de censura contra el ministro Jaramillo, de Salud, pese al rechazo casi generalizado en su contra. Lo que le critica en la calle la opinión es que instrumentará la manera de no pagarle lo adeudado a los servidores del sector, generando una bola de nieve negativa que cayó sobre los prestadores del servicio, que, con todos los defectos y falencias que pueda tener, se considera como uno de los mejores del mundo.
Lo peor es que en este caso concreto de reformar la salud el rechazo es casi general. Incluso la iniciativa oficial se cayó en el Senado, cuando se especulaba que el gobierno podría “negociar” el voto mayoritario. No fue así, pese a las presiones y las tentaciones clientelistas, los senadores dieron un ejemplo de carácter y respetabilidad. La foto del ministro del Interior agarrándose la cabeza al conocer que el proyecto se hundía en sus narices, muestra su desconcierto y sorpresa.
La intervención de las entidades de la salud por cuenta de la Súper, es un ejemplo de la transformación del gobierno, que pretende convertir a los directores de esas entidades en comisarios omnipotentes al estilo de los que reinaban en los países de la “Cortina de Hierro”. El agente oficial en esas dependencias no ha podido demostrar que había motivos serios para intervenir al sector privado de la salud. La Procuraduría lo visita e insta a que demuestren que era necesaria y legal la intervención.
Estos escándalos atrabiliarios son recurrentes en numerosas entidades oficiales en las que suelen perseguir al sector privado, incluso hasta en la Federación de Cafeteros que intentan asaltarla. Fuera de eso, en la Junta de Ecopetrol, el gobierno nombra a elementos incompetentes o que nada tienen que ver con el sector e incluso son enemigos declarados de que se explote el crudo en Colombia. Algo demencial y absurdo.
A su vez, seguimos siendo el país de Hispanoamérica que tiene el INRI de no haber podido derrotar la subversión en más de medio siglo y, ahora, con el cuento de la “paz total”, vemos que se fortalecen los subversivos y nuestras tropas comienzan a ser acosadas por drones y ataques selectivos, cada vez más frecuentes. Lo peor es que las tropas oficiales están un tanto desmoralizadas, carecen de apoyo aéreo y con el cuento de eventuales negociaciones de paz, los mantienen en la retaguardia. A lo anterior se suma el radicalismo asumido por el gobierno, con el ingreso de sectores extremistas de la primera línea, que son quizá más anarquistas que socialistas.
El sistema constitucional y democrático colombiano tiene sus anticuerpos, los partidarios de la ley y el orden debemos defenderlo en todas las instancias. Se debe ir pensando en un paro nacional.