Elegía al segundón | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Diciembre de 2022

Han pasado más de 20 años, pero aún lo recuerdo muy bien. Mi madre todavía dormía tras aterrizar en el vuelo vespertino desde Bogotá y yo madrugaba para esculcar los regalos viajeros que siempre llegaban a casa cubiertos por una fina película de frío que, para mí, incluso ahora, envuelve todo lo que viene de la capital.

Oculto tras las clásicas cajas de donas que nunca se comían del todo había un pequeño paquete con forma de ladrillo forrado de papel Kraft. Lo abrí con la convicción petulante de que en nuestra casa solo a mí se me podían regalar libros y ahí estaba, un inesperado ejemplar del recién lanzado “Harry Potter y el Cáliz de Fuego”, cuya necesidad casi patológica de leer no había sentido sino hasta aquel instante. Comencé a devorarlo ahí mismo y para el almuerzo ya llevaba un tercio de sus casi 700 páginas. 

Todos, de una forma u otra, terminamos sumergidos en la vorágine de fanatismo creada por Harry Potter a principios del milenio. ¿Qué pasaría, entonces, si no recordáramos esa gloriosa década de la literatura juvenil con nostalgia, o ya indiferencia, sino que evocara en nosotros un dolor intenso y permanente que no consigue diluirse en el tiempo? Ese es el dilema que David Foenkinos explora en su último y muy anticipado libro “Número Dos”, la historia de Martin Hill, el actor que rozó con las yemas de sus dedos la oportunidad de encarnar al famoso niño mago, pero que, tal y como le sucedió a Neville Longbottom, finalmente no se convertiría en el elegido.

La premisa de este relato es práctica y, por lo mismo, sumamente atrayente. Inmersos como nos encontramos en una sociedad que fomenta la competitividad y ensalza las virtudes de los ganadores, una historia centrada en el fracaso inocente e injustamente tempranero de un niño de 10 años que condiciona el resto de su vida es un enfoque narrativo bastante curioso. Entretejiendo hilos de ficción con cerdas de eventos reales que escoltaron a J.K. Rowling en su camino desde el anonimato absoluto, con la escritura como revulsivo ante la desesperación, hasta el rotundo éxito literario y cinematográfico de su personaje, Foenkinos consigue crear una atmósfera verosímil en la que arroja a un incauto Martin Hill dentro de una espiral de casualidades que le llevarán a disputarse aquel papel soñado contra el mismísimo Daniel Radcliffe.

Tras la derrota, Martin Hill sucumbirá ante el peso de ver a otra persona viviendo la vida que debería ser suya, cual impostor, y envidiando las bondades de la fama global que estaba reservada para él. Si a esto se le suma la sólida coraza de frustración que el omnipresente marketing de la franquicia refuerza con los años, junto a un hogar que se atomiza sin culpa alguna y sus Dementores mentales que le obligan a sabotear cualquier atisbo de felicidad, “Número Dos” se convierte en una exquisita elegía al segundón en la que solo el amor podrá salvar a Martin Hill de la parte más oscura de su propia alma, del Horrocrux oculto en sí mismo.

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