“Esa platica se perdió” | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Diciembre de 2016

El señor Contralor General de la República, tal como es el ostentoso nombre del cargo que ocupa el Dr. Maya Villazón, que ha resultado bastante serio en sus pronunciamientos,  en quien es válida la  observación de que “costeño serio es más serio que cachaco serio,” nos ha dado una noticia, que si no fuera porque sus compatriotas tenemos cuero duro, muy duro y nos acostumbramos a las malas noticias estaríamos más compungidos de lo que estamos. Ésta ha sido que el costo de la construcción de la refinería en Cartagena nos va a costar, mejor dicho nos costó mucho más de lo que se había presupuestado.

El interrogante que surge ahora es si es cierto que estaba presupuestada como corresponde o simplemente se había hecho un estimativo de lo que podría costar.  Para que haya presupuesto que se aproxime a la realidad debe saberse qué es lo que se quiere hacer, pero no simplemente la idea, sino los detalles con mayor razón cuando se trata de proyectos de ingeniería  como es el caso de la refinería.  Seguramente con la idea se inició la construcción y montaje, se escogieron  los contratistas,  se arrancó, se terminó (?) con los resultados de los cuales nos ha hecho partícipes el Señor Contralor.

Por sus explicaciones e informaciones bien parece que estos trabajos, en la práctica ante la ausencia de proyectos definitivos, se convirtieron en un contrato de administración delegada, modalidad que no es propia para tareas en las cuales  existen proyectos definitivos como debería haber sido el caso de la refinería. Bien parece que los trabajos se fueron adelantando bajo la modalidad de vaya haciendo que lo que se haga será cancelado.

No se puede desconocer que los avances en sistemas técnicos son tan rápidos y dinámicos en estas y otras disciplinas que bien pueden presentarse en el proceso de construcción  que obliguen o sugieran que se realicen cambios; este pudo haber sido el caso que no suele ser infrecuente.  Para situaciones de esta naturaleza se requiere una interventoría o supervisión de obra de la más alta calidad. Si la hubo en el caso que nos ocupa su intervención tuvo que ser del mayor rigor. Pero bien parece que en este caso se presentaron toda clase de errores. 

El primero de ellos bien parece haber sido el haber escogido como contratista principal a una firma que no ameritaba la experiencia necesaria en este tipo de obras; tuvo entonces que asesorarse de los que teóricamente sí sabían, estos de otros y así la cadena de responsabilidades se fue diluyendo hasta llegar a la de debacle financiera de la cual nos da noticia el Contralor.  Ojalá que el resultado final, a pesar del descalabro financiero, sea adecuado a las necesidades de refinación tanto en calidad como en rendimiento correspondan a los objetivos.

Las ingentes sumas de mayor costo ojalá puedan ser recuperadas, de lo contrario nos tocará a todos los colombianos  hacernos cargo de ellas.  Si no es así, lo más probable es que el mayor costo que se pagó gravite sobre la refinería. De todas maneras como dicen los que saben “esa platica se perdió.”