¿Esta vaina, quién la entiende? | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Enero de 2019

El Acuerdo de París sobre cambio climático y los gases de efecto invernadero, especialmente el CO2, fue acordado el 12 de diciembre de 2015 y aprobado por 195 países, de los cuales casi 100 lo han ratificado. Colombia, responsable del 0,46% de las emisiones globales, lo aprobó por ley 1844 de 14 julio 2017. Trump retiró su aceptación en junio de 2017. Los Estados Unidos son responsables del 14,4% de las emisiones. El presidente  gringo no entiende que los huracanes, incendios, inundaciones y calor extremo provienen del cambio climático y que, si en el 2050 no se ha disminuido sustancialmente la emisión de gases, solamente sobrevivirán, si acaso, los animales en las selvas recónditas.

Al terminar su mandato, Petro dictó un decreto según el cual la reposición de los taxis de la ciudad debería hacerse con vehículos eléctricos, como seguimiento al esfuerzo de 43 taxistas que, contra viento y marea, se habían empeñado en tenerlos. Pero un año después, Peñalosa lo derogó con el argumento de que no existía la infraestructura eléctrica. 

En noviembre del año pasado se adjudicaron los contratos para cambiar la flota de buses de TransMilenio (TM) de 18 años de vida, por buses movidos por gas natural y por Diésel Euro V (en Europa se usa Diésel Euro VI, tranvías y buses trolley, como los que hubo en Bogotá hace varios años). La propuesta de buses eléctricos, que se usan con éxito en China y en ciertas ciudades europeas, fue declarada desierta.

Entretanto, el Concejo aprobó en primer debate en diciembre un acuerdo para que en 2025 los vehículos de transporte público sean eléctricos, en 2030 los camiones de carga y en 2040 todos los vehículos particulares, lo que está muy lejos de las decisiones tomadas en ciudades europeas. Según esto los nuevos buses de TM que acaban de ser adjudicados deberían cambiar su tecnología dentro de seis años.

Pocos días después el mismo Concejo aprobó el presupuesto para 2019 que incluye tres nuevas troncales de TM --avenida 68-100, carrera 7ª y avenida Ciudad de Cali--.

El caso de la carrera 7ª es emblemático porque se ha pedido al alcalde que ponga un tranvía y no los monstruosos buses de TM. Desafortunadamente no se va a aprovechar la ocasión para que esas troncales sean para tranvías. 

A renglón seguido  se hizo la adjudicación faltante del TM (Patio de las Américas) y se optó por adjudicar el contrato a buses de gas.

Recordemos que el diésel que se produce en Colombia no tiene la calidad que se requiere y el de los buses habrá que importarlo, como también el gas.

Uno de los buses eléctricos rechazados en la licitación hizo un viaje a Pereira con carga completa y llegó con sus baterías al 44%. Pero no sirve para Bogotá porque no está dentro del esquema Peñalosa, que tiene una fijación con el diésel. ¿Por qué? 

Bogotá es, y seguirá siendo, la ciudad que más CO2 arroja al espacio en Colombia. Recientemente se declaró la alerta amarilla porque los bogotanos ya casi no podemos respirar. ¡Malo, malo!

Medellín le lleva a Bogotá una ventaja inmensa: tiene metro, tranvías y buses eléctricos y, a pesar de eso, alta contaminación por las industrias. Pero va por buen camino.

Santiago de Chile está renovando su flota de buses de transporte público por eléctricos. Y es una ciudad modelo en América Latina. 

Bogotá va, como Trump, en contravía del mundo. 

***

Coda: Ojalá la oposición piense en el nuevo año en el país y no en sus mezquinos intereses partidistas.