GOBERNARON no uno, sino dos y hasta tres veces. Luego se vieron forzados a alejarse de la actividad proselitista y hasta del país. Pero ahora, gracias a ‘jugadas’ político-judiciales reactivan su obsesión por el poder, sin importar nada: edad, condición física o mayoritario rechazo ciudadano.
Son el condenado y ‘perdonado’ por delitos de lesa humanidad, el expresidente peruano, Alberto Fujimori, así como su par boliviano, Evo Morales, el indígena aymará que en 2005 se convirtió en la esperanza del ‘país olvidado’ y se mantuvo al mando por tres períodos (hasta 2018). Quería seguir, pero fue el pueblo que vía, referendo, rechazó el nuevo cambio constitucional que planteaba para cuatro años más.
Descontándose la dictadura nicaragüense, con el tándem de Daniel Ortega – Rosario Murillo, así como la cubana, hoy presidida por Miguel Díaz Cannel, el segundo período del salvadoreño Naya Vuele, la aspiración de otro mandato del joven ecuatoriano Daniel Noboa y el régimen venezolano de Nicolás Maduro, que podría llegar a su fin vía las urnas este 28 de julio si se cumple con las elecciones son transparentes y libres que ‘prometió’, en el resto de América Latina y el Caribe no hay actualmente ninguna aspiración de reelección, salvo las de los arriba mencionados, dos hombres obsesivos por retornar al poder desde hace décadas.
Inicialmente, ante la prohibición constitucional de hacerlo, optaron por dicho regreso ‘en cuerpo ajeno’. El peruano, Alberto Fujimori, tras fungir como jefe de Estado por una década -la primera vez democráticamente y luego de facto- así heredó su cauda política a su hija Kiko, aupada en el partido Fuerza Popular, quien en vano intentó tres veces ganar la presidencia.
Vale recordar que el primer tiempo de Fujimori fue reconocido por sus exitosas reformas económicas, pero de ahí en adelante estuvo marcado por corrupción, abusos a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en el marco de su “guerra al terrorismo” (Sendero Luminoso) y las esterilizaciones masivas de mujeres, por lo que en el año 2000 huyó a Japón. En 2005 fue detenido en Chile y extraditado a Perú donde fue juzgado y condenado por varios delitos a 25 años de cárcel. Sin embargo, el pasado diciembre, tras cumplir 15 años de la misma, quedó en libertad por un polémico fallo judicial. Y, a comienzos de este mes se benefició la ley que prescribe los crímenes de lesa humanidad cometidos antes de 2002, impulsada por la bancada de su partido.
Con su hija y heredera política Kiko procesada por presunto lavado de activos en el marco del escándalo Odebrecht, que podría enfrentar una pena de más de 30 años si es hallada culpable, Fujimori sorprendió esta semana al anunciar que se postulará a la presidencia 2026.
La edad (cumple 86 este 28 de julio), su estado de salud (cáncer en la lengua y fractura de cadera), las reticencias de una parte del electorado, la posibilidad de que tenga la capacidad física para enfrentar una campaña ni el impedimento legal que tendría, han hecho desistir a Fujimori de buscar un tercer mandato.
"Mi padre y yo hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial", escribió Keiko Fujimori en sus redes sociales, junto a un video donde aparece su padre. En el mismo asegura que no acompañará a su padre como eventual vicepresidenta. "Yo preferiría no estar en esa fórmula. Yo creo que mi rol, como presidenta del partido, lo ayudará a armar los equipos", sostuvo.
Previo a su candidatura oficial, Fujimori tendrá que definir si tiene permitido postular o no. Uno de los impedimentos legales sería una deuda de reparación civil pendiente de USD 15,5 millones de dólares, por tres casos en los que fue sentenciado por el Poder Judicial.
El exmagistrado del Tribunal Constitucional de Perú, Ernesto Blume, aseguró que el indulto no ha eliminado la responsabilidad penal de Alberto Fujimori y por ello está impedido para postular a la presidencia.
"El indulto es el perdón del resto de la pena que se encontraba pendiente. Y, por lo tanto, libera de cumplir esa parte, la pena pendiente, pero no convierte a ese condenado en inocente ni borra sus antecedentes ni constituye una rehabilitación plena que lo habilite a postular", aseguró el experto.
Por su parte el constitucionalista Aníbal Quiroga recordó que "el artículo 33 de la Constitución suspende la ciudadanía a todos los que tienen una sentencia condenatoria vigente y el artículo 107 de la Ley Orgánica Electoral impide a las personas condenadas postular a la Presidencia, más aún si son deudores de reparaciones civiles".
Sobre el tema, Keiko Fujimori señaló que no va a debatir estos temas legales, “eso se lo dejo a los abogados y me imagino que más adelante se va a dilucidar esa posibilidad", al tiempo que enfatizó que "son varias pruebas que mi padre va a tener que pasar, sin duda la más importante es su salud”.
"Está en proceso de volver a caminar y además está recibiendo radioterapias. Cuando hablamos de política, veo sus ganas de vivir y confío que se va a recuperar. Será un excelente candidato, un gran presidente. El 2026 haremos campaña con el ritmo del chino", aseguró esta semana Keiko al diario El Comercio.
MAS, fracturado
En el país vecino, Bolivia, el ambiente está agitado por el consumado divorcio político entre el presidente Luis Arce y su mentor, Evo Morales, quién luego de gobernar en tres ocasiones y estar inhabilitado por un fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que el pasado diciembre determinó que una persona no puede ejercer más de dos mandatos presidenciales, quiere ser el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) para el 2025, tras ver frustrada su posibilidad de ‘gobernar en cuerpo ajeno’.
Tres años atrás promovió a su exministro de economía, Luis Arce, para que éste una vez en el poder impulsara –como en efecto sucedió- una ley que le permitiera regresar al país, poniendo fin a varias investigaciones en su contra. Pero al poco tiempo, el mandatario boliviano dio muestras fehacientes de independencia lo que llevó a un quiebre en el MAS, que hoy parece insuperable.
Arce, respaldado por el ala oficialista del partido, ha marcado distancia con el expresidente Evo, quien asegura tener el respaldo mayoritario de las llamadas bases. La división interna que comenzó por disparidad de criterios en varios temas, especialmente el manejo de la economía, se ahondó con el fallido intento de golpe de Estado –como lo afirma el presidente- o ‘autogolpe’ -como asegura el líder indígena aymará-.
“Evo Morales quiere volverse presidente por las buenas o por las malas” sostuvo el presidente boliviano en una entrevista a BBC News Mundo publicada este miércoles, en la que también agregó que “esa terquedad de seguir siendo candidato, una voluntad que es obstinación, es lo que está generando todo esto”, haciendo referencia a las posturas irreconciliables de las dos fracciones del MAS.
En la misma entrevista, Arce insistió en que la definición de la candidatura del partido debe hacerse con el instrumento político establecido, a saber, la consulta con las organizaciones sociales, que son la base fundadora del movimiento izquierdista, en un Congreso, tal cual manda el estatuto, pero que Evo Morales no quiere y, en cambio, plantea unas primarias.
Y fue más allá al señalar que lo que se ve en el expresidente Morales es una intención personal de ser el candidato del MAS, a como dé lugar –tal cual él lo expresó a varios medios de comunicación-, sin respetar las decisiones del Tribunal Electoral ni la Constitución.
Como se ve, Fujimori por razones que van desde su edad y salud hasta por su inhabilidad legal y Evo Morales por su impedimento constitucional sueñan con regresar al poder. Pero en la realidad, no sería más que ‘pensar con el deseo’.