FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Junio de 2013

A la santé

 

¡Brindemos por el éxito de la ley estatutaria de la salud! Después de la jornada maratónica,  la aprobación a pupitrazo limpio y la apresurada conciliación de textos por los expertos en esos malabares; especializados desde la famosa conciliación de la reforma constitucional, corresponderá al Juez de la Constitución   proferir  sentencia acerca de la correspondencia entre los textos votados y la Carta Fundamental. No será este un debate pacifico, pues según los entendidos hay mucha tela de donde cortar, principalmente en cuanto tiene que ver con la aplicación  del principio de sostenibilidad fiscal y el derecho fundamental de las personas a la salud. De todas maneras,  resulta curioso que en plena discusión de la reforma se admita que para reclamar la vigencia de ese derecho se contemple como opción la necesidad de recurrir a la acción de tutela. ¿Cuántas víctimas ha dejado este recurso?  

De lo que se sabe acerca del tema, atendiendo las declaraciones que el ministro del ramo ha dado a los medios, parece que el famoso y arbitrario POS  sale del escenario y que no existirá limitante alguna para que las personas puedan acceder a soluciones médicas cuando las circunstancias lo exijan, sin consideración de los costos, salvo cuando se trate de cirugías estéticas o procedimientos experimentales; igualmente los médicos tendrán libertad absoluta para formular y obedecerán únicamente a su propio criterio y es en este aspecto que aparecen las preocupaciones.

El Premio Nobel de medicina, 1993, Richard J. Roberts,  en  entrevista concedida al diario La Vanguardia,  de España, desnuda  el negocio indolente de las farmacéuticas a las que se sindica de sobornar a los profesionales de la salud para que promuevan sus productos. En este orden de ideas, siempre existirá la duda acerca de la bondad de la terapia prescrita y, con mayor razón, si se presta crédito a lo que el Nobel denuncia:

“He comprobado cómo en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que le digo.

- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos -y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras”.