FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Septiembre de 2013

 “Justicia tuerta”

 

A  raíz del comentario de la semana pasada, alusivo a las quejas sobre la justicia,  un asiduo lector de la columna, extranjero por más señas, me escribe un comentario que por su originalidad  transcribo sin corrección ni añadidura, apropiándome del título por él utilizado, porque es descriptivo de muchas de las situaciones aberrantes que han desfigurado la institución. La justicia no debe ser ciega, pero menos tuerta.

“En los viejos tiempos vivía un hombre muy rico, dueño de casi todo el país i un día ese hombre enfermó i estaba muriendo acompañado de toda su familia i uno de ella que  lloraba sin  consuelo le dijo: que quieres que haga para que no mueras,  mi vida te doy si la quieres.  El hombre rico lo miró agradecido i  respondió: te doy todo lo que tengo en tierras, joyas i dinero i dame solo diez días de tu vida. Porque viví  sin pensar en los otros, sin reconocer que les estaba quitando su libertad, sin dejarlos decidir por si solos. Los diez días los necesito para llorar hasta morir de llanto pidiéndoles perdón por lo que les hice.   

Una guerra casi va a estallar entre Colombia i Nicaragua porque un tercero tomo una decisión sin pedir permiso i la aceptación de Colombia i regaló sus aguas. La libertad es la decisión i la decisión es la vida, nadie tiene  derecho de decidir sin tu permiso, porque quien eso hace está matando tu libertad. Si la constitución defiende la libertad i la vida i asegura que la protegerá siempre, no se puede desconocer la constitución.

Todo ciudadano,  en cualquier parte del mundo tiene el derecho de nacer, crecer, educarse, equivocarse i morirse en su país,  i si cualquier autoridad lo saca sin su consentimiento de su país para entregarlo a otro país  para que lo juzguen, está cometiendo un acto de secuestro, un secuestro que se llama extradición y que no puede ser un Tratado, es un negocio con almas i personas, es un negocio ilegal igual al que en el pasado se hizo con los esclavos, vendiéndolos a otros países. Si un país entrega a sus hijos para que los juzguen en otros es porque no tiene confianza en su justicia i si no tiene confianza en su  justicia entonces debe dejar a todos los encarcelados en libertad o cambiar su sistema, porque la justicia no puede ver con un solo ojo, la justicia o es para todos o no es para nadie. Enviar  a una persona a otro país para que la condenen es juzgarlo en contra de los derechos humanos.

Ni el mar de los hombres ni los hombres pueden ser juzgados por extraños, por eso está mal la justicia en Colombia, porque perdió el derecho a decidir libremente, con respecto a su Mar y con relación a sus hombres, y ¿para qué sirve llorar después?”