General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Marzo de 2015

Los lagarteos políticos en la Policía

 

Como una situación supremamente incómoda califican los hombres de la institución esta práctica utilizada por algunos políticos, en muchas oportunidades difícil de enfrentar debido al sigilo, prudencia y sabiduría con que manejan el tema la mayoría de los hombres públicos dedicados a esta profesión, tan respetada y admirada por el pueblo.

Entendemos la lucha electoral como la demostración más palpable de democracia y es reconocible el esfuerzo que hacen los diferentes candidatos por conquistar la simpatía del electorado, empresa harto complicada por la cantidad de postulantes a los diferentes cargos de elección popular, honor que demanda compromisos y resultados demostrables a juicio de los electores, quienes durante el  período  legislativo dedican buena parte del tiempo a auditar el accionar y desenvolvimiento profesional del candidato electo, de lo contrario la imagen del personaje  se desdibujará en el ideario popular, hecho que causará  un ocaso repentino  o ruina de toda una carrera labrada con esfuerzo, tesón, y persistencia acompañada de mucha entrega. Los elegidos  se van convirtiendo en el paño de lágrimas o último recurso de profusos líderes comprometidos con el movimiento, a quienes el electorado exige independiente del cumplimiento de promesas en campaña, una relación amistosa e influyente de cara al futuro, esperando  contar con la simpatía del favorecido, acompañada de reconocimiento por  los esfuerzos puestos al servicio  en la lucha  y  el triunfo electoral.

 Ese entendimiento con el que encabezamos el párrafo anterior es horizonte que  permite a los mandos institucionales captar el fondo y razonar claramente el motivo de ciertas solicitudes presentadas ante los  superiores, por algunos  candidatos o líderes electos, que presionados de sus  seguidores buscan tratamientos especiales para cierto  personal de planta institucional, vinculado familiar o afectivamente con el entorno político. No saben mis queridos lectores los alcances que esta práctica puede tener en el devenir institucional, pues tienden a convertirse con el paso del tiempo en  estrategia o fuerza política que altera el libre desarrollo operativo de la institución, y de no bloquear la conducta descrita, el profesionalismo e independencia pueden sufrir menoscabo; los mandos deben recurrir a mil estrategias para lograr que los solicitantes entiendan las consecuencias de aceptar tales peticiones, percibiendo entendimiento y comprensión de parte,  pero no obtente en ocasiones, la negativa genera disgusto o antipatía creando indisposición  hacia el oficial comandante. Urge razonar y es en ultimas la intención de esta nota, recordar que la historia de Colombia está salpicada de intervenciones políticas en la Policía, donde el resultado negativo saltó a la vista y desdibujó la imagen tanto institucional como  gubernativa; no podemos permitir de nuevo a estas alturas incursiones y presiones en una  institución tan profesionalmente  desarrollada, líder en el combate contra todo tipo de flagelos, que lucha por la paz y mantiene el orden social.