Generales León y Naranjo
Los cambios en la Dirección de la Policía nos dejan la llegada de Roberto León Riaño y la salida de Óscar Naranjo Trujillo, el primero como todos lo saben, recibe la institución en el pináculo de la gloria, con un reto muy grande para mantenerla en ese lugar acrecentando su prestigio, operatividad e imagen. La tarea no es fácil, pero tiene en su favor toda la experiencia de los años profesionales, cuenta con un recurso humano que a través del tiempo se ha venido profesionalizando, convirtiéndose en soporte para el desarrollo de programas institucionales; su preocupación por la seguridad ciudadana no es de hoy, pues sabemos el interés en combatir la delincuencia urbana consciente del descuido generado en la institución, ante la atención hacia el conflicto, y el combate contra los armados ilegales, en zona rural, donde la Policía se ha visto obligada a invertir una gran parte de su capacidad operativa, recursos humanos y económicos.
El general León tiene claro que la seguridad ciudadana se logra mediante el acercamiento del binomio institución-ciudadanía, para lograr el comprometimiento del conglomerado en su seguridad e información oportuna a los miembros policiales, pero sin el empeño de sus subalternos con los programas, todo esfuerzo será nulo; de manera que debe ganar el corazón de los subordinados y generar un compromiso orientado a conquistar una seguridad ciudadana fuerte, cohesionada y dinámica. En cuanto al plan cuadrantes, propio de su cuño, el Director sabe que es menester auditarlo frecuentemente, efectuando los ajustes demandados por la tecnología y los cambios en el accionar delictivo a todo nivel. El decálogo presentado en la posesión como director, seguramente hará parte de una estrategia diseñada en concordancia con las autoridades departamentales, municipales y los comandantes regionales, comprometiendo el grueso del país en el desarrollo y puesta en marcha de esas políticas, que al igual del plan cuadrantes, evaluara periódicamente.
Ahora hablemos de Óscar Naranjo y me refiero a temas que nadie ha tocado, seguramente desconocidos para muchos, pero que hacen parte de su historia familiar y personal. El país piensa y percibe todo en la carrera del general Naranjo fácil y de color rosa, así lo han presentado, joven oficial, bien calificado, con oportunidades y buena orientación, quien por lógica debía lograr los éxitos conocidos; pero la realidad fue otra; florecieron muchos problemas y escollos que debió enfrentar, no estuvo ajeno a los enemigos agazapados, los superiores incoherentes, ni a persecuciones de fuerzas oscuras, libelos y calumnias, algunas internas otras externas que buscaron desprestigiar su imagen, sustentadas en envidias o codicias; por fortuna no fue inferior al acoso y contó con superiores, compañeros a más de subalternos, que creyeron en él, acompañándolo a cada paso para tener la satisfacción de su lucimiento.