GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT VARGAS | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Septiembre de 2013

El engranaje policial

 

Muy  duros los últimos tiempos para el Gobierno,  la Policía Nacional y el país; el tema de  los paros en diferentes escenarios, copó la atención general, especialmente de  mandos institucionales, y si al hecho les agregamos los sorpresivos  cambios en la cúpula, más  complicada se tornó aún  la situación, hasta el punto de  recurrir a los generales en vía de retiro, para pedirles permanecer al frente de la problemática ¡muy  generoso los oficiales¡ el Gobierno les debe agradecer ese desprendimiento de lo personal en pro de lo institucional, pues  tomaron  un riesgo insospechado al actuar ubicados en una margen gris de cara al mando y los subalternos, asumiendo  posiciones delicadas en medio de una protesta con ribetes preocupantes, claro que su formación les permitió aportar  voluntad en cumplimiento de deberes, realizando tareas ajenas con responsabilidad individual, donde la cooperación debe sentirse más que verse y en efecto así sucedió.

No existen en la Policía Nacional antecedentes de esta índole, pues inveteradamente al  notificarse  por el Gobierno  los retiros y traslados, los hombres acatan las disposiciones  y los movimientos se surten con la agilidad que demanda la dignidad, acompañada de los  compromisos institucional y profesional, de lo contrario se presentan trastornos que dan lugar a falsas expectativas en los subordinados, provocando roces entre  los protagonistas reflejando con ello imágenes desgastadas, todo resumido en una incertidumbre inmerecida y estoica. Analicemos lo delicado del asunto; el solo hecho de portar el uniforme, -ya de por sí- demanda un compromiso con la sociedad y un riesgo personal, pues el ciudadano de a pie desconoce  la  situación profesional o laboral que vive ese hombre uniformado, ubicado por el destino ante sus penurias, y espera de este servidor público todo el compromiso y auxilio requerido en clamor  ante manifiestas  necesidades, otro tanto sucede con el delincuente quien hace blanco de  ataques a uniformados identificados por él, como enemigos, sin detenerse a pensar en qué estado del servicio se encuentran; ¡ahora¡ ¿Que podríamos decir de ejercer el mando? Seria insensato  olvidar  los subalternos, impedidos de entender el laberinto armado ante la organización institucional, tan claramente explicada y contemplada en los reglamentos y estatutos. Cada orden comunicada por el superior debe estar sustentada en la autoridad del grado y cargo y quien imparte un mandato se responsabiliza de su dicho ante la ley o los reglamentos, es por esto que califico a los referidos generales de generosos, al mostrarse como hombres colaboradores y comprometidos; pero todo en la vida tiene un límite y tanto el mando como el Gobierno, deben facilitarles y  permitirles partir con la satisfacción del deber cumplido, regresando  a su seno familiar, para disfrutar las mieles de un hogar que les ha sido negado por servir a la Patria y sus semejantes.