GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Septiembre de 2013

De austéritas: áspero, difícl 

 

A veces miramos el mundo como si nos hubiéramos tragado un Excel, plano y monótono, y olvidamos que somos capaces de andar dentro y fuera de cubos con más de seis lados; y navegar en esferas de volumen, transparentes y resilientes, donde las fronteras de lo imposible sólo están dadas por nuestros propios límites.

Una de las medidas que sin éxito ha intentado Europa para rescatar a sus 120 millones de pobres, y evitar que otros 25 millones no tengan con qué comer o cómo calentar su casa en el invierno, es la estrategia de apretarse dolorosamente el cinturón. La austeridad, que a primera impresión sería algo consecuente con la crisis económica, podría estarse convirtiendo en uno de los peores verdugos de la estabilidad europea. Así lo plantea en su reciente informe “La trampa de la austeridad”, la ONG de cooperación para el desarrollo, Oxfam.

Esta ONG defiende de la pobreza, la tan amenazada justicia económica; acompaña a las poblaciones antes, en y después de los desastres naturales; educa a los ciudadanos en temas de gobernabilidad; promueve servicios sociales básicos, y lucha por la igualdad de la mujer. Comprende y pregona que “mientras haya sufrimiento, opresión, injusticia o hambre en cualquier parte del mundo, no podemos cerrar los ojos y quedarnos indiferentes”.

Los datos de Eurostat 2011 parecen darle la razón a Oxfam: la política de austeridad no está dando resultado, y si continúa la fatídica tendencia, para el 2025, 1 de cada 3 europeos podría ser pobre.

La recuperación, según Oxfam, depende en gran parte de que Europa aprenda de los errores cometidos en otras latitudes; si bien las condiciones son distintas, los recortes ni fueron la solución en América Latina, ni lo están siendo en el viejo mundo.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, coincide con el pensamiento de Oxfam, y al principio del informe dice que “la austeridad solo ha conseguido paralizar el crecimiento de Europa (…) contribuye al aumento de las desigualdades, (…) y exacerba innecesariamente el sufrimiento de las personas”.

Oxfam propone cuatro acciones que podrían salvar a los europeos: Primero, en lugar de restringir, invertir en las personas y en el crecimiento económico, apoyando la generación de empleo, y los programas de estímulo al trabajo. Curiosamente, mientras Europa frenaba hace 3 años una medida semejante, que costaba 200.000 millones de euros, le daba al sector financiero más de 4 billones.

La segunda, consiste en meterse la mano al bolsillo público, para que educación, salud y vivienda, sean accesibles, dignas y oportunas.

En tercer lugar, robustecer la democracia y la transparencia, ‘mejorar el diálogo social’, y las condiciones de una clase media trabajadora, que hoy se está desangrando.

Y el cuarto punto tiene que ver con un tema fiscal, para gravar no los capitales que generen empleo, sino  la acumulación de riqueza concentrada, y combatir la elusión y el fraude fiscal.

Si las evidencias y los expertos dicen que la austeridad cohíbe tanto a la economía como a la felicidad, ¿no sería mejor -frente a casi todas las crisis-  en vez de cerrar puertas, abrir ventanas?

ariasgloria@hotmail.com