El pasado día 20 de Julio se inició una nueva legislatura en el Congreso y con ella unos retos enormes en la generación de acuerdos que permitan que los proyectos de Ley tengan posibilidades reales.
La pregunta que los distintos sectores políticos se hacen es si no habiendo tenido éxito el gobierno en la elección del presidente de Senado con ninguno de sus candidatos, lograrán la mayoría para obtener la aprobación de las iniciativas gubernamentales.
En artículo anterior decía que este gobierno no se puede analizar como uno tradicional porque para un gobierno como el actual el hundimiento de sus iniciativas no son necesariamente un golpe mortal, ya que ese fracaso puede ayudar a tener una nueva agenda política, que no es otra que acudir al pueblo pidiendo ayuda en las calles ante el fracaso de sus proyectos, argumentando que los partidos y sectores tradicionales no dejan llevar a cabo los cambios necesarios para el país y que, por tanto, la ciudadanía debe manifestarse en las calles y en las elecciones apoyando a mandatarios y cuerpos colegiados regionales y locales afines al Ejecutivo.
Si bien en la actualidad sigo pensando igual, considero que independientemente de estas agendas y posibilidades políticas de cara a un proceso electoral regional, es necesario que como país reflexionemos sobre la invitación que hace el presidente Petro a la construcción de un gran acuerdo nacional a través del Congreso, pues sin lugar a dudas el bien superior, que nos debe unir a todos, es la generación de grandes acuerdos para que las necesarias reformas sociales que nuestro país requiere, se construyan democráticamente en beneficio de todos.
Pero como su propio significado lo indica, la construcción de acuerdos supone oírnos, entendernos, concertar desde la diferencia y no imponer -de uno u otro lado- puntos de vista. Hay que tener lograr creativamente agendas de unión, en beneficio del interés general. Por tanto, el talante para lograr acuerdos debe estar enfocado en medidas necesarias para el desarrollo armónico y democrático del país con una actitud abierta y sincera de verdadero diálogo y concertación.
Desde el gobierno, los partidos que lo acompañan, los independientes así como desde la oposición se tendrá que trabajar arduamente para explicar y socializar sus puntos de vista, entender y sacar lo mejor de la posición de los otros y, por sobre todo, conciliar en beneficio de todos los ciudadanos.
Además de la urgente agenda de cambio local, no hay que olvidar que en el mundo la comunidad está a la expectativa de las reformas y nuestra capacidad como país de concertarlas, y por ello es fundamental que todos los actores políticos y sociales asumamos con gran responsabilidad de país este nuevo periodo legislativo para que, desde la diferencia, construyamos una mejor Colombia.
Mientras tanto hay que tomar medidas que rescaten la seguridad perdida que nos está afectando a todos y que los proyectos contra la impunidad, vengan de donde vengan, se lleven a cabo con éxito. La lucha contra la corrupción y el narcotráfico, que son de nuestros males mayores, debe ser una de las principales prioridades. Estos dos temas han destruido los valores. Rescatar la ética y la moral es fundamental si queremos tener un país creíble y sólido.
Los retos que tenemos son grandes y eso hace que el compromiso y acción de todos sea mayor pues de lo contrario caeríamos al abismo profundo de donde será muy difícil de salir.
El gobierno, los partidos, los movimientos políticos y líderes nacionales deben abandonar sus intereses personales y estar dispuestos a hacer acuerdos que beneficien nuestro futuro, por el bien de todos los colombianos y nuevas generaciones.