GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Julio de 2012

Bizancio

Felicitaciones a Alberto Arzayús por su artículo “La caída de Constantinopla” con motivo del aniversario del derrumbe definitivo de la citada ciudad.  Fue final después de los ataques, en particular, de los persas, árabes y turcos. Una pugna formidable en la vida de mil cien años de un imperio que no lo era al caer. Se recomienda la lectura de Bizancio (2009),de Judith Herrin,y estas líneas complementan, con su ayuda, lo dicho por Arzayús.

La inclinación por la antigua Grecia explica el interés por el tema tratado. La denominación de la gran urbe abarca una trilogía ubicada en el mismo lugar: Bizancio, Constantinopla y Estambul. Se lamenta que Herrin no profundice en la historia de la primera fundada en el siglo VII A. C.; sin embargo, el gentilicio “bizantino” se aplica a la segunda desde que fue establecida en el siglo IV D.C. hasta 1453, o sea, el fin de la Edad Media.

El interés señalado aumentó por la asistencia, en 1965, a un seminario de las Naciones Unidas, sobre planeación del comercio exterior, celebrado en Ankara, capital de Turquía (Asia Menor para los antiguos griegos) en que  los funcionarios turcos atendieron la sugerencia de visitar las ruinas hititas. Se conocieron el museo de Topkapi, famoso por una película, y el derruido templo de Augusto. La torre Gálata estaba en reparación. Constantino I dudó entre Troya y Bizancio para erigir Constantinopla y el criterio determinante fue la cercanía a los persas.  

Causó impacto saber que Juan Pablo II pidió perdón por el saqueo de la gran urbe, en 1204, realizado durante la cuarta cruzada. Fue el golpe de gracia cuando se presumía una gran alianza entre los occidentales o latinos y la ortodoxia griega para recuperar los santos lugares en posesión del Islam. Otros factores contribuyeron a la animadversión entre los dos grupos cristianos, por ejemplo, la sumisión a Roma exigida por el Papado, y el gobierno religioso de la pentarquía (obispos de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén) planteado por Bizancio, el texto del credo, el purgatorio, el celibato sacerdotal, etc. Además, se desconoció el papel fundamental del imperio en la formación de Europa al contener a los árabes y los turcos. Un hecho curioso: Tamerlán pospuso la caída final de Constantinopla al derrotar a los turcos pero su prioridad era la conquista de China.