Guillermo León Escobar | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Marzo de 2015

¡Más sobre la familia!

 

No  hay que engañarse; por más vueltas que se den y por más teorías que se busquen al final del análisis de la crisis y de los vericuetos y deslices a los que nos ha llevado, todos están llegando a la conclusión de que todo es importante, importantísimo, pero que si no se acierta en el tema de la familia, en su definición y en el consenso que requiere, todo lo demás por mejor pensado que esté se viene abajo sin remedio.

Nace el ser humano indefenso, difícilmente  se encuentra un ser más desvalido que él que es rico básicamente en carencias y demanda de los demás humanos que le son cercanos bien sea por procreación bien por pertenecer a la pequeña comunidad que lo alberga -la familia- una total solidaridad, cercanía y que pueda ir surgiendo al vivir en la compañía de la madre, el padre y el entorno que le es propio y se denomina familia.

Pero cada carencia de ese ser humano reeduca al mismo tiempo a la comunidad construyendo lo que ella en verdad es una “común-unidad”, “que genera el maravilloso pero tantas veces mal usado fenómeno de la “comunicación”.

Y de allí, de ese modelo, es que surge la sociedad con sus valores, con sus pautas de comportamiento, con sus conductas. No hay que hacer costosos y complicados estudios ni buscar el muerto río arriba; basta mirar qué tipo de familia tenemos, cuáles son sus comportamientos, sus conflictos, sus carencias y sus incertidumbres y sus violencias.

Si algo se quiere hacer de fondo hay que bregar porque madre y padre  recuperen la esperanza y el optimismo cuando vean que se cumple en ellos la obra concreta del bien común a saber: seguridad de sobrevivir, salud, vivienda, nutrición y empleo o sintetizándolo con el Papa Francisco, Tierra, Techo y Trabajo (el programa de las tres T).

Es lógico que a la realización de todo esto concurren muchos factores  y elementos acompañantes como son la educación, el honesto manejo de la economía que han de facilitar el cumplimiento de ese bien común que solamente se puede medir en la sonrisa de la familia y en el pacífico optimismo de quienes saben que no están abandonados por la comunidad y por el Estado.

No es tarea fácil rescatar o reconstruir la familia y de paso enriquecerla asimilando tantas innovaciones que -de ocupar el puesto que deben- facilitan la vida. La televisión es buena, sí; los videos también  pero ellos no deben sustituir la presencia de los padres como parece lo hacen muchos que se esfuerzan a dar todos estos testimonios electrónicos y demás movidos por la culpa de su no presencia saciando siempre exigencias crecientes de unos niños desde entonces perdidos para la convivencia.

Claro que está esa tipología de papás que tienen hijos para entregárselos luego  a una nana que los trae en brazos cada noche a que vean a sus progenitores antes de dormir. Habrá que confiar en que estas madres sustitutas tengan los valores que el futuro reclama.

guilloescobar@yahoo.com