GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Septiembre de 2013

Los bajativos

 

La vida es una maestra terca que se empeña permanentemente en enseñar y exigir de sus alumnos que entiendan las lecciones que imparte.

En el salón de clase de la política se experimentan a diario dolorosos aprendizajes.

Hace unos días hubo cambios en el gabinete que desafían -según se mire-  la supuesta lógica  de los acontecimientos. Uno recuerda, creo que es de Campoamor, aquello que “en este mundo traidor / nada es verdad ni es mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira /”. Y entiende uno entonces la posición de aquellos que en algún momento afirmaban que nunca trabajarían en un gobierno como ése tomando posesión vaya a saber de qué puestos bajo el aplauso de quienes  los acompañaban en la crítica y ahora -de urgencia- ante la posibilidad de recibir beneficios casi siempre contables ensayan justificaciones como aquellas llenas de una “incierta ternura” de algunos que  afirman haberlo hecho para “salvar la Patria”.

Uno sabe que eso no es cierto pero la delicadeza social se impone y tiende a hacernos comprensivos. El pensamiento político en algunos se divide en dos partes “antes de la nominación  y después de ella”. Y tienen quienes así piensan toda la libertad de hacer de su vida un permanente cambiar de “convicciones” . Los que vivimos en su entorno tenemos que aprender que eso es cierto y desconfiar del momento en que ellos coincidan con nosotros.

La sociedad ha previsto todo ello y a semejanza de las artes de la digestión donde se multiplican “los bajativos” para evitar las indigestiones, también en el oportunismo político proliferan. Y hay tapabocas, protectores nasales para no molestar el olfato, guantes y demás profilácticos que permiten cambiarlos  en cada oportunidad y estar siempre saludables, sin contaminarse.

Todo se viene ahora con premura. En manos del Presidente está que lo que se decida en Cuba no nos obligue al uso de tales medios y que los ministros  y sus equipos nos ahorren ese tipo de contaminaciones que si provienen del ejecutivo son graves.

Con el legislativo ya estamos acostumbrados y hay sectores de la justicia que hieden en tanto que otros permiten seguir confiando en ella.

Es preciso entender que sin confianza es imposible que existan no solo la democracia sino las instituciones. Esto es aplicable a todas ellas y es un antiguo deseo que eso sea así pero la realidad del “cierto olor a podrido” continúa. Quiera el cielo que en esta fase final de un gobierno que debe aspirar a la reelección nos traiga “buenos aires” y no la obligación de estar permanentemente empleando bajativos, desodorantes, ambientadores que nos permitan sobrevivir.

Es hora de candidatos. Los romanos decían que el que vestía la “veste candida” lo hacía porque tenía un compromiso con la verdad. Por los que se asoman ahora proponiéndose no se debe esperar mayor cosa. Dicen que Havel afirmaba que “política es el arte de decir la verdad y político el que la dice”.

guilloescobar@yahoo.com