Horacio Gómez Aristizábal | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Marzo de 2015

FALTA DE OPORTUNIDADES

Fuga de cerebros

El  desempleo representa la expresión trágica de la pobreza y de la miseria y sus consecuencias lesionan la dignidad humana; la inútil búsqueda diaria de trabajo cuestiona al hombre consigo mismo y con las sociedades y le destruyen la autoridad familiar; quienes tienen ocupación se debaten en la incertidumbre, la inseguridad los hace insolidarios con su medio y su clase; muchos otros estarían dispuestos a remplazarlos en su oficio por cualquier remuneración; el ideal del bienestar se hace inalcanzable, los ingresos nunca serán suficientes siquiera para atender las necesidades básicas de la salud y de la alimentación familiar, la más absoluta indigencia se disimula por el apoyo de parientes y amigos cuyas raíces familiares no ha podido destruir la existencia urbana; por todo ello, el objetivo final no debe consistir simplemente en proporcionar más empleos sino en generar trabajo socialmente productivo que otorgue ingresos adecuados para un nivel digno de vida o al menos razonable. De ahí que el gran flagelo de los países en vías de desarrollo lo constituya sin lugar a dudas el desempleo.

A lo anterior se le agrega otro drama -propio de los países tercermundistas como Colombia-.Me refiero al subdesarrollo cuando aludo a arcaicas estructuras sociales, bajas tasas de ahorro e inversión, estancamiento tecnológico y científico, bajos índices de industrialización, atraso en los servicios esenciales, explosivo crecimiento demográfico, altos niveles de subempleo, marginalidad social.

Lo expresado explica ampliamente la cantidad de colombianos ausentes de su patria. La mayoría, con inmenso esfuerzo se capacitaron, quitándoles horas al sueño y al descanso y comida a la boca. Desesperados se ven forzados a la fuga. Más o menos cuatro millones de compatriotas se han ido del país. Seguramente algunos salen para estudiar o por otros motivos. Juan Manuel López Caballero  (Cómo sacar al país adelante) afirma que este desplazamiento al extranjero representa una pérdida muy significativa de capital productivo, en la mejor etapa biológica de la masa migratoria. En verdad envían remesas por más de tres mil millones de dólares, pero es evidente que el daño para Colombia es grande. Esta gente se educó a un altísimo costo humano y financiero.

Se insiste también en la explotación de que son víctimas los que viajan a otras naciones en busca de dinero. La trata de blancas y el beneficio que desean los que trafican con la capacidad laboral de los que se fugan, son incalificables. Con frecuencia los amenazan para que no se quejen, ni denuncien. Este silencio forzado no permite hacer estadísticas completas y veraces.

César Caballero exdirector del DANE y Carolina Torres comentan: “Muchos colombianos son desplazados de sus tierras por narcotraficantes y terroristas de las Farc y paramilitares. Al abandonar sus propiedades para salvar sus vidas, emprenden la fuga al extranjero o se suman a los cordones de miseria de las capitales... En el negocio de trata de blancas cada día aumenta la salida de mujeres jóvenes para ser explotadas sexualmente... Las engañan de mil maneras. Las encierran y escasamente les pagan para poder sobrevivir... Intimidadas jamás se atreven a denunciar, pues piensan que por venganza pueden hacer daño a la familia.”