Continuando la celebración de este mes de octubre, “Mes de las Misiones”, presento esta segunda parte de un tema de tanto interés en nuestra cristiana Colombia, tan mayoritariamente Católica. De recordar que cada uno de los doce Apóstoles difundió el Evangelio en distinta región del mundo. De Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, se afirma que fue hasta España, pero, también, que fue primer Obispo de Jerusalén, martirizado por Herodes Antípas (año 44). Santo Tomás fue a la lejana India Oriental. S. Pedro fue a varias ciudades de Palestina, luego a Antioquía, y, finalmente a Roma, en donde muere crucificado, cabeza abajo. Allí dejó su sucesión como cabeza de la Iglesia, Vicario de Cristo para toda la tierra que era la ciudad de máxima importancia en la época.
Grandes Pontífices Romanos y Obispos en las distintas regiones del mundo, en especial en Europa, en Asia Menor y en el Norte de África, fueron difusores iniciales del Cristianismo, y defensores de la fe tradicional de la Iglesia de Cristo. Importantes Concilios se fueron realizando para precisar los dogmas de esta fe, infinidad de mártires, en las diversas regiones del mundo dieron su vida por ella, cuya sangre, según el apologista Tertuliano (160 - 220), fue “semilla de cristianos”.
Grandes difusores de la fe cristiana fueron: S. Dionisio, primer Obispo de Paris, mártir (200-250); S. Remigio de Reims (437- 530), quien bautizó al Rey Clodoveo, que unificó a Francia (496); S. Benito Abad (480 – 547), quien difundió la vida monástica, y, con sus monjes prestó grandes servicios religiosos y culturales a toda Europa; S. Agustín de Canterbury (543 a 604) en “Inglaterra”. Otras grandes figuras de la fe cristiana se han tenido, luego, a través de los siglos, cuyas enseñanzas y misiones evangelizadoras han contribuyeron a la Evangelización y estabilización misionera de la Iglesia.
Echando una mirada a las pléyades de personalidades que han contribuido notablemente a la difusión del cristianismo desde su credo católico, es preciso volver un poco a atrás y mencionarlas. Allí está S. Agustín de Hipona (354 a 430), quien encontró y difundió la fe, gracias a las oraciones y lágrimas de su madre Santa Mónica, con su “Ciudad de Dios” y numerosos sermones enriquecidos por la Comunidad religiosa que fundara. Más adelante S. Francisco de Asís (1182 a 1226), gran predicador, especialmente con su testimonio; y, Santo Domingo de Guzmán (1170 a 1221), incansable mensajero de Jesucristo y defensor de auténtico mensaje. Luego, Sto. Tomás de Aquino (1225 - 1274), con su invaluable “Suma Teológica”, y el bautismo que hizo de la Filosofía aristotélica. Más adelante, S. Ignacio de Loyola, con sus obras personales y de hijos de su Compañía de Jesús (1534), con avances en Teología y Filosofía, y obras de culturalización como Universidades, o sociales como las Reducciones en Hispanoamérica (Siglo XVII)… (Continuará).
*Obispo Emérito de Garzón
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