Aumenta la agenda nacional
El tema de la paz sigue en el centro del debate nacional. Sus detractores se explayan en buscarle peros, hasta se anuncia que los costos serían cientos de billones y que la sociedad y el sector productivo no están dispuestos a pagarlos, como si fuera más barato sostener la guerra. Acaso la confrontación de los últimos años no marcó un alto costo para el mismo sector productivo, varios bonos de guerra y varias reformas tributarias. No creo que el esfuerzo haya sido inútil, si bien no pudo acabar el Estado con los guerrilleros, por lo menos los puso en situación de negociar, en circunstancias más adecuadas que en otrora época. No creo que el costo de la paz sea mayor que el costo de la guerra y esto no puede tenerse como un obstáculo para intentarla. Seguirán apareciendo ataques, hasta el punto de señalar que este proceso de paz es para reelegir al Presidente vecino. Nada más forzado y limitado, que buscarle coincidencias a dos circunstancias diferentes en naciones vecinas, pero con asuntos y problemas bien propios.
Reaparece un acalorado debate sobre el tema del aborto, abordado por sectores llenos de prejuicios y de moralismo sobre el particular. El Gobierno abre la discusión si debe descriminalizarse el aborto en general, no solamente en los casos excepcionales a que se refirió la sentencia de la Corte Constitucional, cuando hay peligro para la salud de la madre, la malformación del feto o cuando la gestación es producto de una violación. La cuestión hay que mirarla en su real dimensión, como el verdadero problema de salud pública que representa para el país, dada la gran cantidad de abortos clandestinos que se practican diariamente y a los cuales deben acudir miles de mujeres desesperadas, que además de su drama moral y familiar, deben agregar a su tragedia, el arriesgar su vida y salud por la penalización de esa conducta. Independientemente de la idea moral o religiosa que tengamos sobre el asunto, hay que poner en la balanza los derechos de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo y sobre su futuro. El país debe reflexionar sobre una política criminal objetiva y justa, enmarcada dentro de la Constitución Nacional para abordar este espinoso tema. Cada adolescente muerta por infecciones debido a un aborto clandestino, debe pesar sobre la conciencia colectiva.
Nuevamente se agita el tema de las políticas antidroga. Otras políticas públicas que ha implementado la humanidad, sin que después de mucho tiempo, inversión, esfuerzo y guerra, estén dando resultados satisfactorios. Hay que variar la forma como se afronta el asunto del consumo. El dinero hay que gastarlo en prevención y tratamiento. Razón tiene el Gobierno y autorizados dirigentes nacionales en plantear la necesidad de re-direccionar lo que se ha venido haciendo y buscar políticas y acciones más eficaces. Por lo pronto, el consumidor es un enfermo y como tal hay que tratarlo. La regulación correcta está por descubrirse. Regulación adecuada no es legalización. La política antidroga debe mirar a muchos frentes, hay que buscar estrategias más inteligentes. Las bandas del narcotráfico han aumentado y progresado, hay que encontrar estrategias más efectivas.
Bienvenida esta agitación de ideas que buscan nuevos caminos a grandes problemas nacionales. El debate ha comenzado.