JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Junio de 2012

El mal mayor

 

Que el senador Corzo y su recua de burócratas defiendan la reforma y argumenten que no hay nada malo es algo normal. Como todo en Colombia cuando se trata de cuestionar al Congreso: cualquier cosa que se diga, o se haga, es producto de una exageración de la sociedad civil.

El cinismo con el que nuestra clase política defiende sus chambonadas es igual al de Pablo Escobar cuando declaraba que sus dineros no provenían de negocios ilícitos.

Habrá quienes piensen que la comparación es una exageración. Sin embargo, es en ese argumento donde radica uno de los grandes problemas del país: estamos tan acostumbrados al caos, a la catástrofe, que nuestro estándar para calificar la maldad se mide a partir de los más altos niveles de la perversidad humana.

Es claro que un crimen sin sangre, sin muerte, sin depravación, no nos despierta sentimientos de sanción y no nos invita a buscar responsables. De ahí que toda comparación sea “una exageración” y que necesitemos escenas de sufrimiento humano inimaginables para despertar nuestra conciencia.

Es una vergüenza que de nuestros impuestos se pague el sueldo de personas como Juan Manuel Corzo o el de embaucadores de la calaña del senador Eduardo Merlano. Vividores de la política que no hacen ningún bien al país ni a la sociedad y que, a pesar de todo siguen “construyendo país”.

Aun cuando los crímenes de nuestros congresistas no siempre estén manchados con sangre, dejan una huella de hambre, miseria y corrupción que atenta contra la estabilidad social.

Sin embargo, el cinismo de los defensores de la reforma en nada se compara con la demostración de incompetencia de Simón Gaviria. No existen calificativos para referirse a la tranquilidad y el descaro con el que este hijo de expresidente declara, impávido, que firmó la ley sin haber leído el texto final.

Es absurdo que declare públicamente que no hace su trabajo, que cobra su sueldo a pesar de incumplir sus funciones y aun así no exista ningún tipo de sanción para esta rémora que vive de chupar el dinero de nuestros impuestos.

Más triste aún es que pretenda defender su incompetencia argumentando lo que ha hecho en el pasado.  Eso es como si un asesino argumentara que no debe nada porque durante los últimos 40 años de vida no mató una mosca.

Senadores, especialmente ustedes señores Corzo, Merlano y Gaviria, escarben en sus oscuras conciencias en busca de la poca decencia que aprendieron en sus hogares y renuncien. Esa es la única disculpa válida.

@barrerajavier