Crisis de ideología
AL ver la forma en que se abordan las discusiones sobre la Unidad Nacional se revela la naturaleza clientelista de los partidos políticos colombianos. La queja sobre el apoyo preferencial de un Presidente sobre X o Y movimiento es una actitud que nada tiene que ver con la naturaleza de los partidos políticos.
La crisis partidista se hace más que evidente en situaciones como la que vive el partido conservador, y que se manifiestan en hechos tan simples como los apoyos desesperados que hacen sus miembros a otras candidaturas.
Un ejemplo de esta fractura ideológica se puede apreciar en hechos como el siguiente: Dionisio Araujo, ex candidato a la alcaldía de Bogotá, decide apoyar a Gina Parody mientras que la colectividad determina adherirse a Enrique Peñalosa.
Un hecho que, a simple vista parece irrelevante, nos debería obligar a reflexionar sobre la cohesión intelectual y programática del partido. Que un ex candidato tenga filiación con una corriente diferente a la que apoya su propio partido, nos habla de una carrera más encaminada al voto que a los principios.
¿Cuál es el valor real de la ideología conservadora? La pregunta, aunque básica, debería obligarnos a repensar el papel que debe jugar el partido en la política nacional. Más allá de pescar en el balde de la Unidad Nacional se debería reflexionar sobre el momento y construir sobre la crisis actual.
Es el momento de dejar que los manzanillos se ahoguen en el río de promesas y favores que la Unidad Nacional les brinda y que ese “consenso nacional” apague la llama del criterio de aquellos que creen que un partido vale más por los títulos que por sus valores.
Vale más un partido fiel a una ideología, capaz de expresar a la Nación los valores de su sentir y sus principios y no una colectividad que se diluye en reclamos infantiles que buscan concentrar el poder para el beneficio propio y no con el fin de ejecutar un cambio social.
Más allá de la postura tecnócrata, debemos entender que hablar de cohesión electoral es, a fin de cuentas, una medida inmediatista que difícilmente va a llevar a los partidos a un futuro consolidado.
El reto del Partido Conservador debería apuntar más allá de la inmediatez electoral para concentrarse, totalmente, en aprovechar el momento de crisis, depurarse como colectividad y empezar a construir un único discurso.
Sólo por medio de una visión de mundo transversal se puede forjar una disciplina en sus militantes, un partido capaz de moverse como un único bloque ideológico cuyo propósito debe estar en volcarse al servicio del progreso y no en venderse al premio egocéntrico de los nombramientos y las alianzas.
@barrerajavier