JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Septiembre de 2012

PROBLEMAS COTIDIANOS

A veces los problemas de nuestra sociedad son tantos que nos obnubilan aquellos que aparecen en las noticias, que tiene la fuerza de los medios de comunicación, mientras algunos son tan cotidianos que terminamos aceptándolos como parte del sistema social que hemos construido. Nuestro país está tomado por las mafias que se replican y posicionan en cada esquina, en todos los negocios que hacen parte de nuestra vida diaria, como cánceres que van carcomiendo lo que encuentran. Insisto, no es sólo en lo que llamamos público, como las contrataciones o los grandes negocios con el Estado. Las mafias están en las aceras que permiten o no la ubicación de vendedores ambulantes, en las plazas de mercado, en los remates de bienes de aquellos que perdieron sus casas o apartamentos por falta de pago.

El mayor problema es que muchos terminan aceptando la presencia de las mafias porque no hay muchas más opciones en nuestro país. Tristemente termina siendo mejor aceptar la participación de una mafia que esperar acciones que permitan a los ciudadanos disfrutar lo que supuestamente tienen derecho por parte de las autoridades competentes. Las autoridades en nuestro país, dejando de lado las Fuerzas Militares y la Policía, son entidades que funcionan por reacción, no por acción.

He allí gran parte del problema de credibilidad de nuestras instituciones. Por alguna extraña razón nosotros nos alertamos cuando los problemas ya han aparecido, nunca como parte de un proceso de veeduría, por pequeño o simple que pudiese llegar a ser. Las autoridades no tienen dientes –ni intenciones-, para evitar que los problemas sucedan, más bien se escudan siempre en los resultados que logran cuando ya se ha perdido la mayor parte en el intento. Esa es nuestra costumbre, ese termina siendo nuestro karma.

Por eso estamos en las que estamos. Por eso hay crisis en la salud, y en la educación, y en el transporte, y en el comercio, por solo mencionar algunos. A nadie le interesa que un miserable grupo termine aprovechándose de la mayoría, nadie se siente parte de esa mayoría, nadie se siente con el deber de hacer parte de nada. Ese es el país que nos viene enseñando nuestra clase política, es el país que nos enseñan nuestros profesores, es el país que aprendemos en nuestras novelas. Las mafias se están apoderando de nuestras vidas y parece que a la larga a nadie le importa, y si a alguien le importa, prefiere no decir nada para no meterse en problemas.

@juandbecerra