Justicia justa | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Marzo de 2017

Lo de la congestión  en las cárceles es un fenómeno al cual me he referido en otras ocasiones. Se puso de actualidad por las informaciones periodísticas respecto al hacinamiento que existe, que no es propiamente lo más apropiado para la resocialización de los condenados y detenidos

Hasta dónde van los conocimientos públicos, la población de detenidos está conformada por los condenados que según entiendo purgan su condena en las penitenciarías y por aquellos que según las autoridades, mientras se les define su situación deben estar privados de la libertad por constituir una amenaza estando en libertad. Dado el respeto que le profesamos a la justicia y a quienes están encargados de aplicarla entrar a  cuestionar su accionar no es propio.

Sin embargo no está por demás citar una anécdota que suele ser diciente y que indica que algo no está funcionando bien. Cuando existían los jurados de conciencia  un ciudadano que tuvo que ejercer estas funciones cuenta lo siguiente: el acusado que llevaba un tiempo largo esperando para ser juzgado  resultó, a juicio del jurado, culpable con  atenuantes. Al final del juicio el acusado se acercó al jurado a dar las gracias por el fallo emitido porque el tiempo al cual sería condenado resultó igual a aquel que llevaba como detenido, por lo cual, desde ese punto de vista, la condena a la cual se había hecho acreedor, resultó desde el punto de vista práctico su libertad inmediata.  Como ese fue un hecho el ciudadano del común tiene que preguntarse si algo en el esquema de la justicia está fallando para que eso suceda.  

Pienso que debería hacerse una gran campaña, no precisamente para ampliar las cárceles y aumentar así su capacidad para albergar a quienes infringen la ley, sino adelantarse una gran campaña educativa y de concientización de los ciudadanos, conducente a hacerlos respetuosos de la ley. Naturalmente que esa idea no va resolver el problema  de la superpoblación carcelaria en un breve tiempo. Por el contrario, ésta sería un proceso educativo que fácilmente tomaría para ver sus resultados  más de una generación. Debería, por ejemplo,  comenzarse por el restablecimiento en colegios y universidades la enseñanza de la instrucción cívica así se enseñan obligaciones y deberes de los ciudadanos conforme a las leyes que ellos mismos se han dado.

No parece descabellada la idea de no aplicar lo de la detención preventiva sino en casos muy excepcionales; así mismo quienes están actualmente detenidos en forma precautelar  y cumplan con algunos requisitos, supongo que con respecto al delito del cual se les acusa, podrían ser dejados en libertad temporal aunque no necesariamente exentos de la obligación de ponerse a paz y salvo con la justicia. Es una manera de descongestionar las cárceles y en cierta otra ayudarle a la justicia a no cometer injusticias. No puede entenderse como una manera de abrir un manto de impunidad. Estas reflexiones nos pueden llevar a pensar que la justicia requiere de algunos retoques que no deben ser arreglados “ex post facto.”