La luz | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Noviembre de 2020

Hace unos días el país se conmovió viendo a Dilan Saldaña en el noticiero de Caracol TV. El pequeño explicaba la odisea qué ha significado para él y sus hermanos continuar estudiando durante la pandemia. Viven en una vereda de Quípama, Boyacá y, aunque el servicio de energía eléctrica empezó a implementarse en el mundo hace 200 años, a su casa no ha logrado llegar. En estos meses Dilan y sus hermanos han tenido que recorrer muchas horas a pie para poder cargar el celular, enviar sus tareas y, así, intentar escapar a la desgracia de haber nacido al margen de la historia.

Unas semanas después la imagen de Dilan nos volvía a estremecer en el mismo noticiero. A través de dos youtubers y con el apoyo de una empresa privada, fue instalado en su casa un sistema de paneles solares que hizo posible la magia. El técnico accionó el botón y, entonces, la historia de la familia Saldaña se partió en dos, como la de la humanidad. Qué emoción. Claudia, la mamá de Dilan, no paraba de llorar. Para ellos se hizo la luz dos siglos después y no por acción del Estado, sino por la solidaridad de los particulares.         

Vaya uno a entender qué maleficio hizo que la familia de Dylan tardara tantos años en acceder a la energía eléctrica en su propia casa y, a pesar de la solidaridad de los particulares, aún no cuente con el servicio público. Tal vez sea el destino trágico de quienes cometen el error de nacer campesinos en un país que parece avergonzarse de su tierra misma. O quizá sea el infortunio de vivir en una vereda, como si eso significara pagar una condena en el lado oscuro de la historia. Vaya uno a entender por qué hay cerca de medio millón de viviendas sin este servicio, pese a que la Corte Constitucional lo consagró como condición del derecho a la vivienda digna en el año 2016. Si, en el año 2016. Vaya uno a entender por qué tan tarde.

Colombia es uno de los países de América Latina con mayor cobertura en la prestación del servicio de energía eléctrica. Esto es fruto del esfuerzo acumulado del sector privado y el sector público en más de 130 años, desde que se encendió el primer alumbrado en 1890. Que 495.988 familias no accedan aún al servicio es difícil de entender. Para el país no es casi nada, para ellos es todo. Es la posibilidad de quedar del lado iluminado de la brecha. Ojalá el Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas No Interconectadas -IPSE- logre ver y actuar allá, donde todo es más oscuro. Es su única esperanza. ¿Cuántos años pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres?, ¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y fingir que simplemente no lo ha visto?, se pregunta Bob, un Dylan más afortunado que el nuestro. La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento. 

 @tatianaduplat