Hoy me referiré a la imagen de la vicepresidenta Francia Márquez, quien ha dado mucho de qué hablar, no solo por los costos de su viaje a África, sino por su mirada de resentimiento. Por lo menos así lo percibimos muchos y las constantes respuestas retadoras, agresivas y discriminantes para los que no somos afrodescendientes. Todos estos aspectos y otros la han llevado a tener una desaprobación del 57% de la población colombiano.
Nací en un hogar donde me ensenaron la igualdad, la caridad, y la empatía con aquellos que nacieron en condiciones desfavorables. He vivido en Estados Unidos y en África por largo tiempo, y allí sí he visto la discriminación por raza, que nunca la viví en mi país. En diferentes países del África, especialmente donde estuve de embajadora, Kenia y Suráfrica, pude observar con admiración como entre ellos mismos se discriminan por etnias o posición socioeconómica. Recuerdo la discriminación de raza entre los surafricanos blancos, afrikáners o Boers y los afros, aun después del apartheid, y también la sentí por el color blanco de mi piel. Y en Estados Unidos, la he sentido de los afros por lo mismo y de los americanos, especialmente después de Trump, por el hecho de no hablar sin acento el inglés.
Siempre me enorgullecía de no haber vivido ni sentido en Colombia discriminación hacia mi u otras personas diferentes por su raza o condición socioeconómica, ya fueran afros o indígenas. Hoy, si me siento discriminada por usted, más no victimizada. Me alegré de que una mujer, de una ideología diferente, pero colombiana, exempleada del servicio, luchadora, salida de un contexto de vulnerabilidad hubiese logrado llegar a la Vicepresidencia. Tuve la experiencia de hacer una gran amistad cuando éramos viceministras en el gobierno de Betancur con Nazly Lozano, una mujer sobresaliente del Chocó, afrodescendiente, abogada, lideresa política, alegre, comprometida con su región, pero con una diferencia con la Vice actual: ella no se ha dejado discriminar por su color de piel, no es resentida ni guarda encono por haber tenido que luchar en la vida o haber nacido con ese hermoso color de piel. Con la seguridad en sí misma, inteligencia, firmeza y dulzura logró ser ministra, congresista, diplomática, asesora presidencial de la Mujer y sigue trabajando por su Chocó del alma, a pesar de que como me decía ella, algunas comunidades afros la discriminan.
Revisé estadísticas carcelarias en un informe del Inpec y descubrí que la población afrodescendiente en las cárceles en Colombia es solo de un 3.5%, del total de 10.500 afros. En USA los afroamericanos representan el 13% de la población y el 50% del total de su población carcelaria es afrodescendiente. Allí la raza es la razón primordial para ser encarcelado. Un informe de la ONU del 2015 dice: “... en la mayoría de los casos sin razón, solo por sospechas, más son perseguidos, son enjuiciados y encadenados que el resto de la población”.
Con esto no quiero decir que en Colombia no exista la discriminación, pero creo que esta se da más por razones socioeconómicas y a veces heredadas. “Los latinoamericanos...son personas de descendencia africana que viven en las Américas y en todas las zonas de la diáspora producto de la trata transatlántica de esclavos, estos padecen de manera indistinta su pasado colonizador” OHCHR,2013.
Nuestro racismo en mucho más atenuado que en otros países. Tuvimos en el conservatismo un presidente de la República afrodescendiente, Juan José Nieto Gil, 1861, mucho antes que Estados Unidos, de lo que nos sentimos orgullosos. Nuestra discriminación radica más en las desigualdades económicas, que llevan a la pobreza y a la extrema vulnerabilidad. Por eso, Señora vicepresidenta, dedíquese a trabajar por la educación que es el único instrumento probado que ayuda al desarrollo a la equidad y a mejorar la calidad de vida. Solo así, se transforma una sociedad. Nuestro país ya ha superado muchas desigualdades con la aplicación del artículo 13 de la Constitución del 91., y seguiremos avanzando aun más. No nos siga discriminando y dividiéndonos entre ricos y blancos. Sea humilde, menos soberbia ya que poder pasa. Cuide el dinero público, no utilice como arma la polaridad, el rencor y la división de una sociedad que necesita estar unida para superar los problemas que nos abruman.
Viva orgullosa de su raza y de lo que ha logrado. No alimente sus inseguridades ni se victimice. Trabaje por la educación, la convivencia, el diálogo y el amor. El conocimiento no tiene sexo ni raza.