El mes de junio del 2020 será clave para calibrar tanto en Colombia como en el resto del mundo la profundidad de la crisis del coronavirus. Y el curso que van a tomar las cosas de ahora en adelante.
De lo que suceda en el mes de junio va a depender que esta crisis adopte la trayectoria de la gran recesión de los años treinta del siglo pasado que duró cerca de cuatro años. O que se transforme en una crisis en forma de “V”, con una recuperación que empieza poco después de alcanzar el punto más bajo del colapso...
¿Por qué? Porque en casi todo el mundo las medidas de desconfinamiento de la ciudadanía y la reapertura de la mayoría de los sectores económicos están anunciadas, con variables de una y otra índole, a partir de junio.
Marzo, abril y mayo fueron los meses negros de la cerrazón. A partir de junio empieza la descompresión. Más rápida para unos sectores, más lenta para otros: pero casi toda la actividad empieza a descomprimirse a partir de junio.
Recordemos que el hachazo bíblico que cayó sobre el empleo, sobre la caja de las empresas, sobre el transporte nacional e internacional, sobre la educación, sobre el comercio, se dio durante el trimestre marzo-mayo. A partir de junio los países reabrirán sus economías. Y han reiniciado la movilidad ciudadana, escolar y deportiva.
De allí que lo que empiece a suceder a partir de junio sea tan importante: el empleo, la caja de las empresas, el transporte, el comercio y por supuesto el crecimiento económico, se fueron a pique porque la actividad económica se cerró abruptamente en el segundo trimestre del 2020.
La OIT calcula que entre marzo, abril y mayo se destruyeron cerca de 310 millones de empleos en el mundo. El PIB de países claves como China, Estados Unidos, Alemania y los demás miembros de la Unión Europea, ha entrado en el terreno de las cifras negativas en el segundo trimestre del año. Las compañías aéreas con sus flotas inmovilizadas en tierra desde hacer tres meses han tenido que recurrir al capítulo 11 de la ley de concordatos de los Estados Unidos. Las remesas hacia los países receptores se han desplomado, y así por el estilo... la lista de penurias es interminable.
Ahora bien: ¿cómo responderá el aparato productivo y el empleo a partir de junio? Recordemos que la cerrazón durante el segundo trimestre del 2020 fue total mientras que la reapertura de la actividad económica y laboral será gradual .A veces inclusive muy cautelosa.
La recuperación que se empezará a ver a partir del segundo semestre será lenta. Algo parecido a un tren que se pone en movimiento: al principio irá lentamente para luego, poco a poco, ir tomando velocidad. Lo importante será romper la tendencia fatídica del segundo trimestre cuando todo se fue al suelo.
No debe esperarse en consecuencia que las grandes pérdidas que se contabilizaron entre marzo y mayo vayan a recuperarse instantáneamente. Tomará tiempo, acaso todo el segundo semestre del 2020. Habrá empresas y actividades que quizás nunca se recuperarán. Habrá empleos que tal vez nunca reaparecerán. Habrá cadenas productivas que quedan con eslabones empresariales gravemente averiados.
Y todo esto sin contar que pueda haber recaídas en la furia de la pandemia que requiera nuevos confinamiento y nuevas cerrazones económicas. Si esto se diera la trayectoria de la crisis se empezaría a parecer más a lo que fue la gran recesión de los años treinta del siglo XX. Y habría que olvidarse que la recuperación se inicie a partir de junio.
La declaración de la Organización Mundial de Salud de esta semana según la cual no es probable que se dé un nuevo brote de la peste es esperanzadora .La disciplina social resulta entonces fundamental. Nunca se había necesitado tanto de ella para que las cosas comiencen a cambiar de tendencia a partir de junio. Y para que no se descarrile el pesado tren de la recuperación.