¡Que se nos note!
La semana pasada se celebró la gran Macrorrueda multisectorial en Nueva York. Fue un evento empresarial excepcional que aglutinó a más de 1.000 empresarios colombianos y estadounidenses con el propósito de reconocer oportunidades de negocios bajo el marco del Tratado de Libre Comercio.
Vivir una experiencia de ese tipo es un privilegio y es claro que las empresas con capacidad exportadora están siendo dirigidas por una fuerza laboral entre los 30 y 40 años. En un evento de esta magnitud, literalmente se conjuga el verbo “maletear” y para el empresario americano fue muy sorprendente la dinámica del mismo. Son más de 600 mesas por donde cada 40 minutos hay un nuevo encuentro, es la dinámica perfecta entre la oferta y la demanda. Proexport bautizó al evento como la “toma de Nueva York” y es que al margen del gran evento, hay también visitas relacionadas con cada sector de la economía.
La inauguración fue en el Waldorf Astoria, con desfile de modas y una presentación impecable de lo que es Colombia. Personas vinculadas desde hace muchos años con el comercio internacional norteamericano comentaban que ni Panamá, ni Corea del Sur, países que firmaron al mismo tiempo sus respectivos TLC habían realizado un evento de esta magnitud. El Gobierno no escatimó en detalle alguno. Fue sencillamente perfecto. Como decían en los pasillos del Pier Sixty, “se la metieron con toda”. Tanto esfuerzo institucional nutre la ansiedad del empresario colombiano. La primera cita del jueves en la mañana es un momento de adrenalina pura. Adentro en el gran salón están (en las 600 mesas) los compradores sentados. Todos ya registrados. Afuera una fila inmensa de más de más de 400 vendedores colombianos, con maletas grandes, pequeñas, con sus muestras, con todas las ilusiones. A partir de ese momento se generan sinergias muy interesantes, gente que pregunta por un producto, por quién puede hacerlo de una u otra forma, muestras de café, cosméticos sin químicos, escobas, telas, confecciones, vestidos de baño, ropa interior, sombreros, artesanía, en fin. La gran apuesta fue para el sector de servicios. Este año Proexport llevó a 30 empresas colombianas que en un salón VIP se reunieron con empresarios americanos que necesitan este producto. Este sector es fundamental porque en últimas es el que más valor agregado puede dejarle a la economía.
Hay camaradería, negociaciones, humor colombiano (que nunca falta), intercambios comerciales, ilusión y al final un largo camino por recorrer en el seguimiento de estos encuentros, que para este caso, se estima puede redundar en 95 millones de dólares para el país. Ya veremos.