MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Septiembre de 2013

De riquezas perdidas

 

Unpaís de tres millones de habitantes y dueño de la octava maravilla del mundo moderna.  Sí, me refiero a Panamá y su majestuosa obra de ingeniería que conecta al Atlántico con el Pacífico y le ahorra al comercio mundial días de tránsito reduciendo el recorrido a un total de 10 horas.

Por ese país transita el 90% del comercio mundial, siendo Estados Unidos y China sus principales usuarios. Por cada barco se recibe la módica suma de setecientos mil dólares pagados de contado y con 48 horas de anticipación al uso del mismo.

Pronto entrará en funcionamiento la ampliación del canal que servirá para que los barcos más grandes puedan utilizarlo y el servicio se incrementará hasta e USD $ 1,5.

Sin embargo, se recorre Ciudad de Panamá y la pobreza se huele, se ve, se siente.  En Paitilla, donde se encuentra la mayor cantidad de migrantes, en su gran mayoría judíos, se comprende el potencial de ese país.  “Esta tierra está virgen” me decía un italiano en un español muy regular y caminando por la Cinta Costera. Y sí, los grandes edificios de 50 y 60 pisos, congestionan la ciudad aérea con la terrestre y la marítima. El tráfico es insufrible, por no decir de la reducida malla vial y  sus conductores/as agresivos que pitan porque sí, porque no y porque también.

Y detrás de todo este movimiento, la realidad es que estos esos tres millones de habitantes, ven cómo ciudadanos y ciudadanas del mundo vienen y van en su principal aeropuerto y por supuesto en el canal. Pero hay un aspecto que pasa inadvertido y es el concerniente al poder del comercio interno dominado en gran medida por la poderosa comunidad judía. Justo mis días de estancia coincidieron con el Iom Kipur fiesta del perdón que no permite que durante su celebración se abran los negocios. Digamos que como colombiana no alcancé a imaginarme la repercusión de esta festividad, de hecho ningún turista lo haría a menos que le cierren el 70% de las tiendas de los centros comerciales de la ciudad por casi 48 horas. Y no hablo de cualquier tienda, sino de emporios como Nike, Addidas, Gap, Zara, Polo, Lacoste, Bershka y sucesivamente así.

Curioso país, curiosos contrastes como en todas partes, pero lo que hay en Panamá es una riqueza de una connotación impresionante.  Da tristeza saber que esa tierra se regaló, que no hubo visión y que por tres tristes pesos se entregó. Ojalá la historia no se repita con Nicaragua, San Andrés y el pedazo del Mar Caribe.