¡Como de locos!
Los colombianos tenemos que estar preparados permanentemente para cualquier cosa, porque, no en pocas ocasiones, se podría decir que vivimos en un país de locos.
¿Díganme si no es de locos las recientes actuaciones de nuestro presidente, Juan Manuel Santos, y del alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro?
Santos se regresa a la carrera de la cumbre en Brasil a detener una Reforma a la Justicia, presentada, promovida y manipulada por su mismo gobierno.
Santos insiste en que, hasta el momento de su partida, no sabía de los “orangutanes”, como ya han sido bautizados los “micos”, que estaban siendo incluidos en dicha reforma.
¿Cómo así? Si en política, más aún en los círculos de Cámara y Senado, es imposible guardar secretos. Además, ya lo que pasaba había sido denunciado por columnistas y personajes de la vida civil. Pero, aparentemente, Santos no se había enterado. Tampoco sus ministros, encargados de vigilar el trámite de dicha reforma. Ni los jefes de los partidos, interesados en ella. Ni los presidentes del Senado y de la Cámara.
Hoy, hundida la reforma, con un costo político inmenso para el país, todos fingen inocencia. ¡Como de locos!
Petro, por su lado, dedica gran parte de sus esfuerzos a acabar con las corridas de toros en la Santamaría. Esto en una ciudad de 8 millones de habitantes, plagada de problemas, al borde de un colapso vial, con obras atrasadas e inconclusas por todas partes, con movilización casi anulada, donde para recorrer un kilómetro uno se puede demorar una hora. Huecos al por mayor. Hospitales insuficientes e inoperantes. Escuelas insuficientes y mediocres. Y una ciudadanía siempre en peligro, por la rampante inseguridad. Además del aterrador número de personas que tienen como único soporte mendigar en las calles, a las cuales hay que dar solución inmediata.
¡Pero al alcalde mayor le parece más importante dedicar sus esfuerzos a acabar con las corridas de toros! ¡Como de locos!
Petro se lamenta de que el problema no es su ineficiencia, sino que la prensa no lo quiere. O, que “la mano negra” o “fuerzas misteriosas” quieren acabar con su alcaldía. Así lo aseguró cuando se le salió de las manos el manejo de la crisisdel Trasmilenio y se dedicó a twitear mientras “bárbaros” destruían buses y estaciones.
Esto es como el cuento del estudiante que siempre saca malas notas y siempre le echa la culpa a los profesores, dizque, porque no lo quieren.
Lagrimas de cocodrilo, digo yo. Lo que le falta al alcalde y a su equipo de gobierno es capacidad para gobernar; como dice su exsecretario general, Navarro Wolf: Una cosa es saber sobre el tema y otra muy distinta es saber desarrollarlo.
Lo peor es que, para comenzar, el alcalde sabía poco, o nada, sobre el tema de gobernar una metrópolis. Haber elegido a Petro como alcalde fue ¡como de locos!