Como presidente del Centro de Estudios Colombianos asumo esta tribuna para despedir a Mariano Ospina Hernández, uno de los socios más destacados de la institución que hoy tengo el honor de dirigir, y que fue fundada por el expresidente Mariano Ospina Pérez, Álvaro Gómez Hurtado y otras figuras hace años.
Fue fascinante la personalidad de Mariano Ospina Hernández. Hombre de Academia, de empresas, de ideas y por, sobre todo, de poderoso activismo político y cívico. Mariano prefería dar el impulso a recibirlo. No le temía a la competencia, la temía a no ser competente.
Como sus heroicos padres Mariano Ospina Pérez y Doña Bertha Hernández de Ospina, amó entrañablemente a Colombia, su familia, su partido y por encima de todo a Dios. Tiene plena vigencia lo que escribió Mariano sobre el país, en el momento que vivimos: “Mejor que decir que Colombia está llena de dificultades y problemas, es decir que la nación ésta llena de oportunidades para los hombres que saben luchar. La época de los problemas es la época de los desafíos. Son los retos los que piden energía, optimismo, sacrificio. Los escollos son para que uno se supere y de la medida de su alma. No puede haber vida estéril, cuando la tierra está sedienta de creación. Es el momento de aportar. De Bolívar se dijo, que era más temible vencido que vencedor. El buen combatiente, es como la pelota de caucho, que mientras fuerte se arroje contra el suelo, más alto rebota. Los buenos patriotas tenemos que madrugar todos los días, para decir en alta voz: Gracias gran Dios por haberme colocado en esta tierra tan necesitada de tesón y espíritu creador”.
Mariano Ospina Hernández formó con la esclarecida dama Helena Baraya, un hermoso hogar, orgullo de la sociedad. Dejó huella luminosa como diplomático en Alemania y funcionario innovador dinámico. Le dio gran prestigio al transporte fluvial, con su teoría sobre la integración latinoamericana aprovechando, los ríos más prodigiosos del mundo. Dictó conferencias esclarecedoras y mantuvo columnas periodísticas de permanente actualidad. En un seminario sobre la pobreza en Colombia se analizó a fondo la densa reflexión del expresidente español Felipe González, según la cual la “Tragedia del mundo consiste en que los ricos saben crear la torta de la riqueza pero no la saben repartir, y los izquierdistas saben repartir la torta pero no la saben construir”.
Aquí estamos Mariano Ospina Hernández, contestando “presente” a la hora de tu partida definitiva. Dios es igualmente grande cuando nos da el don maravilloso de la vida, que cuando nos llama a su seno. Los seres queridos no mueren jamás. Desaparecen en el horizonte, pero quedan sembrados en lo más hondo de nuestras almas.
Mariano fue hombre de convivencia. Prefería dar abrazos, a lanzar ofensas. Terminó recordando al inmenso poeta José Eusebio Caro cuando expresó: “El hombre es una lámpara apagada, toda su luz se la da la muerte”.