Hay exaltaciones que se dan por “cumplimiento”, a veces por intencionados compromisos, pero otras con sobrado motivo, como las que ha recibido el gran Prelado, hoy Cardenal, José de Jesús Pimiento Rodríguez, después de los años de haber prestados servicios realmente importantes a la Iglesia y a la Patria. Su incansable labor pastoral en las jurisdicciones eclesiásticas de las que fue responsable, con escritos de gran profundidad, y como Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, en dos periodos (1972-1978), son más que suficiente bagaje para que se le nombre “Individuo Honorario” de la insigne “Academia Colombiana de la Lengua” .
Nacido en Zapatoca (Sant.) el 18-02-1918, ordenado Sacerdote el 14-12-1941 y Obispo el 21-08-1955, fue Obispo Auxiliar de Pasto de 1955 a 1959, de Montería, ya residencial, de 1959 a 1964, de donde pasó a Garzón-Neiva hasta 1975, cuando pasó a Manizales hasta 1995. Fue por dos años Vicario Parroquial, bajo un Párroco, en Apartado, y, dos años, Administrador Diocesano de San Gil, de 2001-2003, influyendo en la creación de la Diócesis de Vélez. Fue exaltado, por el Papa Francisco, a la dignidad cardenalicia, a principios del 2015. Recientemente se celebraron sus 75 años de Sacerdocio y sus 98 de edad, ocasiones en que se recordaron sus grandes meritos por su testimonio de vida y su labor pastoral.
Han sido abundantes sus escritos sobre diversos temas, religiosos y sociales, tarea en la que continua con sólidos mensajes al Episcopado con llamado a que se tenga incansable labor evangelizadora y defensa de los valores cívicos y religiosos, tan conculcados en nuestros días. Por este hecho el viernes (07-07-17), en la sede de la Conferencia Episcopal, con asistencia del Episcopado en pleno, la Academia Colombiana de la Lengua exaltó al Cardenal Pimiento a “Individuo Honorario” de ella, acto presidido por su Presidente, Ex Ministro Jaime Posada, y palabras del Presidente de la Academia Colombiana de Historia Dr. Eduardo Durán Gómez. En el mismo acto solemne la Asociación Bolivariana de Colombia hizo especial reconocimiento al Cardenal, con palabras sentidas de su Presidente Dr. Miguel Santamaría Dávila.
En las palabras de agradecimiento el eminente Jerarca de la Iglesia pronunció breve discurso en bien tejido lenguaje, y párrafos puntuales en los que manifestó lo apropiado del título que se le otorgaba en la Académica de la Lengua. Concluía el Cardenal con frase salida de su corazón: “En mi condición de finalista de la vida, no puedo comprometer energías, ya agotadas, pero en mi ámbito pastoral les aseguro, de todo corazón, un atento seguimiento y apoyo espiritual para su nobilísimo empeño de nueva humanidad”.
De gran interés los cinco acápites en los que dividió su bien pulido discurso, al hablar de la lengua como “músculo que sirve para modular sonido”, hasta su traducción latina de “verbum”, con lo que se distingue al mismo Hijo de Dios. Pasó a la “importancia y significado de la palabra”, que “expresa el pensamiento de quien habla y revela lo íntimo de la persona”. Destacó el “valor y eficacia de la palara”, aludiendo al riesgo del bien o el mal que se puede hacer con ella, según texto bíblico. Culmina con llamado a “sabiduría para uso de la palabra”, que exige vaya impregnada de la “sabiduría de la vida”, con proyección que lleva verdadera civilización de dignidad, de paz y solidaridad social, a imitación de la Palabra creadora de Dios de todos los bienes del mundo visible.
Concluye, este gran maestro de la fe y del lenguaje, con llamado a que “La Academia ponga todo su empeño al positivismo de crear una nueva sociedad digna, unida y solidaria, informando solamente la verdad y el bien, sin hipotecar su servicio por halagos económicos, y, menos, a implantar ideologías deshumanizantes”.
*Obispo Emérito de Garzón
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