A propósito de la Carta del 91 (XXII)
En la Convención iniciada el 30 de octubre de 1830 hubo despojo al general Caicedo de su cargo de gobernante y elección de Presidente a José Ignacio de Márquez (moderado) y Vicepresidente al General José María Obando (draconiano). En febrero de 1831 se proclamaba Nueva Constitución, dando a la República el nombre de Nueva Granada, se disminuían los poderes a los agentes del Ejército, y, al final de sesiones se elegía al general Francisco de Paula Santander Presidente y al Dr. José Ignacio Márquez Vicepresidente.
Con los hechos anteriores Santander regresa de su exilio en Estados Unidos, ocasionado por su sentenciada vinculación a la “Conspiración Septembrina” (25-09-1828) contra Bolívar, y, el 7 de octubre de 1832 tomaba posesión del mando. Nombró Santander gabinete homogéneo con sus partidarios y comenzó a difundir ideas filosóficas de Jeremías Bentham (1748-1832) que Bolívar había mandado retirar de la enseñanza. Teniendo Santander la mayoría del Congreso emprendió una administración, en general, sin mayores obstáculos para lograr pasos hacia el progreso de la Nación, arregló deudas externas de la guerra de Independencia, se dio a Colombia escudo y bandera, se logró en 1835 que la Santa Sede reconociera la Independencia.
Lamentablemente contra el presidente Santander también se fraguó conspiración para acabar con su vida (julio de 1833), planeada por el general español José Sardá, quien había participado en la Revolución de Riego (1820) y había luchado por la independencia americana. Descubierta la conspiración los cómplices de Sardá fueron tratados 46 con el rigor de la condena a muerte y 28 a prisión perpetua. Sardá huyó, pero fue luego apresado y ejecutado allí mismo en donde fue hallado, y al coronel Mariano París lo ultimaron los guardias que lo trasladaban de Une a Bogotá.
Dejó Santander la Presidencia en 1837, pero siguió interviniendo en la política nacional. Es de recordar, en honor a la verdad, cómo el joven general Santander, entre los años 1819 a 1828 fungiendo como Vicepresidente, prestó invaluables servicios a la Gran Colombia, mientras Bolívar realizaba la Campaña Libertadora en el Sur, por lo que bien se lo ha llamado “el Organizador de la República”.
Al retiro de Santander recibió el mando de la Nueva Granada el moderado y honesto Dr. José Ignacio de Márquez, quien había tenido destacados actuaciones en el Congreso de Cúcuta (1821), en la Convención de Ocaña (1828) y la Granadina (1831). Con gran decoro encauzó Márquez al país hasta 1841, por vías de progreso y de entendimiento ciudadano. Durante el mandato de Márquez (6 de marzo de 1840) murió el general Francisco de Paula Santander, otro “Segundo Padre de la Patria”, contrapuesto a Bolívar en muchos aspectos pero quienes desde diverso ángulos, se complementaron y dieron bases a nuestra nacionalidad. A pesar de sus inquietudes ideológicas, no tan afectas a las enseñanzas de la fe católica, llevaba también la semilla de la religión de sus mayores y hacia en su testamento una profesión de fe en Dios “y en todo lo demás que cree y confiesa nuestra santa madre Iglesia”, para entregarse luego a la misericordia infinita de Dios, confiado en que me serán perdonadas mis culpas e inquietudes y vendré a ser partícipe del fruto de la Redención”.
Nariño, Bolívar, Santander, padres de nuestra nacionalidad, se honran de su fe y mueren dando testimonio de ella, lo cual los engrandece, ciertamente ejemplo para quienes hoy no se engrandecen sino que se empequeñecen haciendo triste ostentación de incredulidad como garantía para gobernar nuestros pueblos. Con la muerte de ellos llegan a su ocaso esas grandes figuras, y cesa la serie de convenciones y congresos encaminados a dar orden constitucional a Colombia. (Continuará).