MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Enero de 2014

A vivir la alegría del Evangelio  (IV)

 

 “Papa quiere una Iglesia servidora en un difícil diálogo”

 Avanzando en  presentación  de los temas de la Exhortación La alegría del Evangelio”, del apreciado papa Francisco, nos encontramos con el Capítulo II, “En la crisis del compromiso comunitario”.  Sorprende, por lo no tan común de echar una mirada “al contexto en el que nos toca vivir y actuar”, es decir realizarnos viviendo con alegría el Evangelio. Lo que quiere ofrecer el Papa es una guía para“un discernimiento evangélico”, animada por la “luz y fuerza del Espíritu Santo” (n.50).

 Manifiesta, el Papa, que no pretende ofrecer un análisis detallado y completo de la realidad contemporánea, sino dar aliento a las comunidades, en las distintas regiones del mundo, para cumplir con el deber de evangelizar los signos de los tiempos, y emprender acciones que construyan respuestas positivas a los pueblos y eviten procesos de deshumanización que vienen cuando se dejan crecer los problemas sin darles solución. Sorprende el tono directo de las reflexiones y orientaciones de este capítulo, en el cual hay llamados firmes a no matar a los semejantes con estilos de economía deshumanizada que endiosan el dinero y no tiene en cuenta que lo de mayor valor en ella como es la persona humana. Critica fuertemente una economía de la exclusión”  orientada por la“ley del más fuerte”, que trata al ser humano como un “bien de consumo”, viviendo la  “cultura del descarte” en la que se ubica bárbaramente algunos humanos con “desechos o sobrantes”.

Fustiga la “teoría del derrame” que acoge con “confianza burda leyes egoístas de la economía, creando “globalización de la indiferencia” que va llevando a  “volvernos incapaces de compadecernos ante los clamores de quienes sufren”. Dolorosamente se va creando “la cultura del bienestar que nos anestesia” y las desigualdades y de la infinidad de los que padecen hambre o dolor se convierte en “mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”. (n.55).

La voz de este Pontífice es continuadora de la de los Santos Padres de la Iglesia y de sus predecesores con sus grandes Encíclicas sociales que fastidian a poderosos de gobiernos o de la economía. Estos quisieran que hablara el Papa sólo de los espiritual (a lo cual poca atención ponen), y que se callen ante temas vitales para fieles de la Iglesia y de todo ser humano, por los que reclamó el propio Jesús y calificó la atención o desatención a ellos como hechas a Él mismo. Insiste, el Papa, en asumir en la “economía” una ética no ideologizada, que tenga en cuenta a Dios y que rija “fuera de las categorías del mero mercado” (n.57).

Pone de manifiesto que la inequidad” de un sistema económico injusto  “es caldo de cultivo”  que provocaría explosión y reacciones violentas. (n.59). Por ello, como, camino valido para el mundo, señala la vivencia del Evangelio que de sentido humano a la misma economía cultive la equidad, y afronte, así los “diversos desafíos que puedan presentarse” (n.61). Pone en guardia si, de algunos movimientos que como reacción al materialismo se hunden en un fundamentalismo religioso individualista, y se preocupan más por el predominio de estructuras que de servicio pastoral. Advierte, a su turno, sobre ese gravísimo mal del“secularismo, que quiere reducir todo lo religioso al ámbito privado, y hasta señala como injusto, y como intromisión, lo enseñado por la Iglesia, queriendo reducirlo todo a una desintegrador“relativismo moral” (n.64).

Continúa el Papa,  después de haber hecho en los primeros 14 numerales tan fundamentales pronunciamientos, con otros 45, con llamados al interno de la Iglesia, a poner a personas, instituciones suyas al servicio de la humanidad, con cultivo desde la familia, escuela y universidades, medios de comunicación y evangelización de la cultura. Quiere una Iglesia,  “servidora en un difícil diálogo (n.74).  (Continuará).         

 *Presidente del Tribunal Ecco Nal.

 monlibardoramirez@hotmail.com