A propósito de la Carta del 91 (XLVII)
A manera de “Epílogo”, después varios ordenados comentarios titulados “A Propósito de la Carta de 1991”, que amablemente me ha publicado El Nuevo Siglo, van estas líneas que aspiro den oportuno amarre a esa tarea. Sé del interés que ha despertado esta serie de entregas, que pronto recopilaré en volumen especial, pues tienen su utilidad histórica y llevan la visión de alguien que reflexiona con toda ecuanimidad.
Al cumplirse los veinte años de la Constitución de 1991 (04-07-11) se escribieron muchas páginas de análisis de lo efectuado en su momento, y los pro y contra de lo establecido en ella, y pensé que debía escribir cinco a seis artículos al respecto, pero, iniciado ese propósito, y viendo que se debía hacer algo más a fondo, hemos llegado a casi cincuenta entregas, con aspectos que estimo de gran interés.
Fue así como pronto fui retrotrayéndome a disposiciones legales y de organización constitucional de naciones hasta dos mil quinientos años antes de Jesucristo, rememorando disposiciones que se remontan a la legendaria organización del inmenso y milenario continente chino, con su PatriarcaHoong-Fi, y el organizador de normas Yan y Chu, pasando milenios después a los aportes de tinte religioso de Confucio (554 a 579 a. C).
De sumo interés para toda la humanidad la historia las normas dadas a los descendientes de Abraham, (1890 a.C.,), con el gran legislador Moisés (1250 a.C). Sale al paso, por época, la Roma Primitiva con el legendario Rómulo, primer Rey (753-715 a.C) y la República con lucha entre “patricios y plebeyos” (510 a.C.), y con el gran censor de costumbres Catón. Era de rememorar, también, elpermanente enfrentamiento, desde esas épocas antiguas, entre los gobernantes que reclamaban culto a ellos y los que sólo aceptan doblar rodillas ante Dios.
La personalidad de Jesús de Nazaret, su mensaje, su misión de crear un Reino (Jn.18, 33-37), viene a revolucionar las normas y relaciones entre los humanos. Frente a la Iglesiaque fundara Jesucristo (Mt. 16,18), a la que encomendó llevar su mensaje “a todo el mundo” (Mt. 28,18-19), se han dado actitudes de persecución de proteccionismo, con grandes contrastes en las diversas épocas históricas.
Con el descubrimiento de América, marcado por la difusión del Cristianismo, vienen nuevas históricas legislaciones para épocas y colonizaciones que reclamaban acercamiento entre tan diversos pueblos, pasando así tres siglos de luchas entre colonizadores y luchadores por su independencia, y el asentamiento de las nuevas naciones libres. Hechos como la Reforma Protestante, y su enfrentamiento con los Pontífices romanos, y la Revolución Francesa no podían ser dejados de lado.
Dedicación al acontecer en el Continente Americano y en nuestra Colombia, con sus guerras de independencia y civiles, con tantos ensayos constitucionales; reclamó este estudio hasta llegar a la Carta del 86. La subsiguiente agitada historia, y novedades del siglo XX, fueron llevando a la Constitución de 1991, con su contenido elogiado o controvertido.La voz de mi Iglesia Católica, con dos mil años de contribución al bien de los pueblos, se hizo sentir en estas últimas disposiciones constitucionales, en forma directa o indirecta, con innegable provecho en cuanto ha sido escuchada y con despeñaderos hacia el odio y la destrucción de los humanos cuando caprichosamente se la ha desoído. Como gran avance constitucional consideramos hablar de “Estado de Derecho”, seguros de que, bien entendido, no nos podrán excluir a las mayorías creyentes de nuestra amada Colombia.
Así surgió esta aventura histórico-constitucional, guiada por el amor a mi patria, a la verdad de los hechos, no inmune de mi aprecio infinito por mi fe que tan benéfico influjo ha tenido en la vida civilizada de los pueblos.