ORLANDO ABELLO MARTÍNEZ-APARICIO | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Octubre de 2013

Un joven de 94 años

 

Recientemente  falleció en Bogotá Carlos Monroy Reyes. Se fue como vivió: lúcido, jovial y vigoroso. Nadie que lo hubiese tratado podría  calcular su edad. En primer lugar porque su temperamento siempre joven enervaba cualquier intento de hacerlo. En segundo término porque su edad cronológica no coincidía con su fortaleza física, mental e intelectual que -gracias a Dios- lo acompañó hasta su último suspiro. Y en tercer lugar porque, para él, este era el secreto mejor guardado.

Su última entrevista, publicada escasas semanas antes de su inesperado y doloroso deceso, en el diario El Nuevo Siglo, constituye un formidable aporte para los estudiosos de la historia política del siglo pasado.

Fue testigo de excepción del acontecer nacional discurrido durante el siglo que cerró el anterior milenio y amigo de los protagonistas del mismo. Conoció de cerca a Laureano Gómez, José de la Vega, Mariano Ospina Pérez, Fabio Lozano, Alberto Lleras, Carlos Lleras Restrepo, los Leopardos, Luis Ignacio Andrade, Gilberto Alzate, Jorge Leyva, Rojas Pinilla; entre otros. Interactuó también con la generación que sucedió a aquellos: Misael Pastrana Borrero, Álvaro Gómez, Belisario Betancur, Raimundo Emiliani y Francisco Posada de la Peña, para mencionar sólo algunos.

Vivió sucesos que marcaron hitos en la política nacional. La división conservadora de 1930 que abrió paso al triunfo liberal de Olaya Herrera; y la repetición a la inversa que más tarde permitió el retorno de los conservadores con Ospina Pérez al poder. “Las divisiones son las que tumban los partidos”, repetía con sapiencia. Asimismo, la dictadura de Rojas y el Frente Nacional no fueron ajenos en su trasegar político.

Pero fue su formación tridimensional: abogado, político y académico, lo que le permitió enriquecer su análisis transversal vertido maravillosamente en sus libros.

Entre ellos: ¿Rige la Constitución de 1886?; La Revolución del Orden; La imputabilidad en el Derecho Penal Colombiano; Las Españas y la Conquista; y El general Rafael Reyes: explorador, empresario, militar, constituyente y Presidente.

Fue profesor de Hacienda Pública y Economía. Desempeñó los cargos de Secretario General del Ministerio de Hacienda, Superintendente Bancario, Subcontralor General de la República, Contralor General (E.), senador de la República, representante a la Cámara, concejal de Bogotá y diputado a la Asamblea de Cundinamarca, presidente del Centro de Estudios Colombianos; y, hasta el día de su fallecimiento, presidente de la Academia de Historia de Bogotá.

Pero quizá hay una parte de su parábola vital desconocida para sus amigos que habitan el altiplano cundiboyacense. Fue un barranquillero por adopción y amó esta tierra entrañablemente. En efecto, arribó -en sus años mozos- a la capital del Atlántico como juez penal para completar su período de judicatura. Muy pronto se hizo célebre como investigador acucioso, insobornable, e impartió pronta y cumplida justicia en casos emblemáticos que le fueron asignados.

Posteriormente el gobernador Martín Blanco Núñez lo nombró Secretario de Hacienda y Rector de la Universidad del Atlántico. Departió con lo más granado de la elite política atlanticense de la época. Evaristo Sourdís, Eduardo Carbonell, Alfredo Carbonell, Armando Zabaraín, entre otros, fueron sus contertulios habituales. Se compenetró con la idiosincrasia caribe hasta tal punto que muchas veces me comentó durante innumerables e inolvidables encuentros que tuve el privilegio de disfrutar a su lado, que si no hubiera sido porque designaron al doctor Blanco Núñez contralor general de la República y este se lo llevó de regreso a su Bogotá natal como subcontralor nacional, tal vez se hubiera radicado en Barranquilla. Urbe que le abrió las puertas con generosidad que él siempre agradeció y ponderó infinitamente.