‘Palo’ al café
Le vienen dando ‘palo’ al gremio cafetero desde trincheras opositoras a esa institucionalidad. Descalifican el actual modelo de nuestra caficultura y aventuran a proponer nueva ruta para esa industria. Decirlo, qué fácil es.
Al café siempre le sirvieron tragos amargos, durante el acuerdo mundial, tras la ruptura del convenio en Londres y a partir del libre comercio del grano.
Curioso que cultivadores, cooperativas, exportadores, comercializadores internacionales, tostadores, importadores y consumidores habituales y de paso, ven con buenos ojos este negocio.
El Banco Mundial ha dado reconocimientos a la institucionalidad cafetera nacional, no solo cuando manejó bonanzas durante épocas de buenos precios, sino cuando debió administrar épocas de vacas flacas por descolgada de cotizaciones internacionales y la ruina de muchas economías cafeteras en el mundo.
Unas 550 mil familias cafeteras apuestan todos los días, desde el alba, hasta el crepúsculo, su fe, esperanza y patrimonio por esta actividad que hoy aprenden a gerenciar, ya no haciendo contabilidad a lápiz, sino con Internet en la finca.
Ya no tenemos 1.2 millones de hectáreas cultivadas, pero sí hay conceptos de productividad, rentabilidad y eficiencia en la cadena cafetera que administra la Federación Nacional del ramo con el apoyo de comités departamentales y Cenicafé en ciencia y desarrollo.
A algunos comentaristas les pueden ‘caer’ mal gerentes que han pasado por la Federación, pero nadie tiene un tinto para apostar en contra de beneficios logrados durante décadas por la civilización cafetera.
No es suficiente ser de Manizales, Antioquia, Armenia, Pereira o Tolima, para saber de política cafetera. De eso que se ocupen los Diego Pizano, Roberto Junguito, Gabriel Rosas, Mario Gómez Estrada o Juan Camilo Restrepo.
Hay tantos ‘sabios’ en café como palos de café. Tantos críticos como plagas en cafetales. Tantos ‘expertos’ en crítica como fincas cafeteras. ¿Qué dirían, por Dios, Alfonso Palacio, Antonio Álvarez, Arturo Gómez y Alfonso López?
El gremio cafetero colombiano se viene transformando en un mercado con mayor valor agregado. La producción ha sufrido mermas los últimos años por dos factores irreversibles: renovación de cultivos por siembra y el clima.
Las exportaciones del bebestible han mantenido su liderazgo en el mercado global. El reconocimiento del café 100% colombiano es prenda de garantía para los consumidores más exigentes. Las tiendas Juan Valdez siguen abriendo puertas y nos seguimos ganando la bonificación de precio por premio a calidad.
No es ser defensores de oficio de la cúpula cafetera. Es ponerse del lado de hombres y mujeres campesinos que sufriendo los rigores de varias crisis de mercado y azotes del invierno, siguen aferrados a sus parcelas cosechando sus sueños.