ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Diciembre de 2011

El mínimo

La  comisión tripartita que discute el incremento del salario mínimo para 2012 debería preguntarles a los patronos cuál es el sueldo que ellos están en capacidad de pagarles a sus trabajadores sin necesidad de sacar gente a la calle.

Es más, deberían indagarles cuál es el reajuste que permitiría ampliar la planta de personal en el sector privado para que la tasa de desocupación siga bajando.

Las centrales obreras pedirán un incremento que refleje el costo de vida causado y el proyectado. También demandarán unos puntos por productividad, que aunque escasa, algo significará.

Los empresarios, a su vez, pondrán sobre la mesa de concertación la pronta entrada en vigencia del TLC con EE.UU. y considerarán tratados que vienen en camino, por ejemplo, el de la Unión Europea, sin desestimar el de Canadá o Corea.

El Gobierno no quiere que se resienta la tasa de empleo, pues de 2.8 millones de desempleados, hoy el DANE habla de 2.3 millones, en parte gracias al dinamismo en el consumo que ha hecho que el comercio y la industria contraten más mano de obra, principalmente a partir del segundo semestre de este año.

Es preciso cuidar el empleo de más de 21 millones de ciudadanos que laboran en los sectores público y privado, y muchos como independientes, pero también es urgente conciliar un salario mínimo que les facilite a los empresarios la creación de nuevos puestos de trabajo.

Los parafiscales, las primas, las comisiones y bonificaciones, la productividad, las horas extras, los dominicales, son temas que siempre pasan por las cuentas financieras de dueños o presidentes de empresas.

Sin embargo, sin necesidad de populismo, sin que el vicepresidente Angelino Garzón deba calentar los ánimos de la comisión tripartita, sí debería pensarse en la importancia de aprovechar el buen clima de los negocios para crear empleos estables y productivos que se traduzcan en un mayor consumo de los hogares y en más oportunidades para todos.

Sin poner en riesgo la viabilidad de las empresas, sin pasar por alto el impacto económico que traerá el TLC con EE.UU., sin debilitar la estructura financiera de las compañías, sí es necesario conciliar un ajuste salarial justo con quienes hoy trabajan, pero que también permita abrir nuevas plazas.

Quienes hoy no tienen un empleo, ni ingreso, ni vivienda, ni acceso a la salud y a la educación, necesitan tener dolientes en la mesa de discusiones. El Gobierno tiene herramientas legales para fomentar el empleo en el sector productivo: incentivos fiscales para quienes amplíen nómina a término indefinido. Mejor un buen arreglo que un mal decreto.