ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Junio de 2012

Ir de ‘caza’

Sería mejor negocio y más práctico ‘cazar’ a los ‘peces tordos’ que o no declaran o si lo hacen, maquillan o esconden balances para burlar a la DIAN. Esa sería la vía más corta para aumentar recaudos en lugar de gravar a los más pobres del país.

No es sano para la economía, el consumo, el crecimiento, la prosperidad, la igualdad y la equidad, poner a los estratos más bajos a pagar impuestos.

No cuadra que a las gentes más necesitadas se les asuste con una alarma que ya les suena 24 horas: comiencen a declarar y si les alcanza, a tributar.

Preferible no tocar con impuestos a los del salario mínimo y a cambio, tomar medidas duras contra quienes siendo bien ricos tributan como pobres.

La mejor manera de formalizar la estructura laboral colombiana es creando empresa, enganchando trabajadores.

Muy seguramente los recaudos van a incrementarse cuando los evasores paguen y ‘aterricemos’ los paraísos fiscales.

No puede ser que haya cientos de privilegiados devengando millonadas y solo declaran centavos a la DIAN. Poderosos en régimen simplificado. Mienten y ocultan.

La reforma tributaria debe orientarse a cazar a quienes evaden responsabilidades con el fisco, obligarlos a cancelar y por esa vía, aumentar el recaudo.

Ampliar la base de contribuyentes es sano, pero a partir de ciertos pisos y techos en ingresos.

Si un tendero de barrio, una cigarrería, un sastre, una boutique, un restaurante popular o un vendedor de carnes factura lo suficiente, pues que declare y si le da, que asuma un gravamen.

Lo que no cala es pedirles a quienes están bajo el piso en ingresos, que comiencen a pagar impuestos. Eso causa histeria, miedo y desconfianza en los más pobres.

Ninguna fuente consultada por este cronista dijo estar contra el proyecto tributario en el Congreso. Acompañan al presidente Santos en la necesidad de modernizar y armonizar el régimen impositivo nacional.

Consideran que la reforma es necesaria para solidez de las finanzas y un mensaje claro a quienes tienen capacidades y obligaciones con el fisco.

Les inquieta que hayamos perdido años en el intento fallido de tramitar una reforma tributaria estructural.

Vital para la salud de la economía contar con reglas de juego claras en el manejo fiscal, y dar garantías jurídicas para que inversionistas continúen en el país.

Una reforma tributaria estructural corregiría distorsiones, privilegios, inequidades y dispersión de normas.

Si arreglamos con morosos y hacemos que unos ricos tramposos declaren sus capitales, habrá de donde echar mano sin tocar a los más pobres del barrio.

Un asalariado tolera retenciones, IVA y parafiscales. De ahí a que declaren y paguen impuestos, ¿ellos de dónde?