P. ANTONIO IZQUIERDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Julio de 2012

El poder de la fe

El hombre ha sido creado a imagen de Dios, Señor de la vida; por ello, el hombre ha sido creado para la vida, no para la muerte; ha sido hecho inmortal, como el mismo Dios. Quien cree en Dios, Señor de la vida, cree en su poder y en la victoria de la vida sobre la muerte. 3) La potencia de la vida sobre la enfermedad y sobre la muerte encuentra dos ejemplos en el poder de la fe tanto de la hemorroísa como de Jairo.
El Evangelio presenta un altísimo contraste entre la incapacidad humana ante la enfermedad y la muerte, por un lado, y por otro la fuerza impresionante de la fe. La hemorroísa llevaba doce años enferma, una enfermedad de esterilidad, terrible para una mujer en tiempos de Jesús. Había recurrido a todos los medios humanos, pero todos habían resultado un fracaso. No sólo no mejoró, sino que había empeorado. La mujer, en su trágica situación, está desesperada. La incapacidad humana es manifiesta. La única actitud ante tal incapacidad es la fe. Lo que el hombre, con todos sus medios, no puede hacer, lo puede lograr el poder de la fe. Con esta convicción se acerca a Jesús, le toca con la mano y con la fe, y queda curada. A Jairo le sucede lo mismo. Su hija ha muerto. Ya no hay remedio: la muerte ha vencido. No pertenece a la experiencia humana el poder volver a la vida. Pero la fe es más fuerte que la muerte. Y por eso Jesús dirá a Jairo: "No temas. Basta con que tengas fe". Y Jairo con la fe dio por segunda vez la vida a su hija. ¡Magníficos ejemplos de la fuerza de la fe!
La segunda lectura nos habla de la colecta organizada por Pablo en algunas de las comunidades por él fundadas en favor de los hermanos necesitados de Judea. La colecta muestra el poder de la fe. Pablo y los cristianos, provenientes del mundo greco-romano, tienen que vencer prejuicios raciales muy poderosos; tienen que superar un cierto antisemitismo existente ya en la cultura helenística; tienen que sobreponerse sobre todo a obstáculos culturales: mentalidad cerrada de los cristianos de Judea, idea de que todos tienen que ser como ellos (circuncidarse, no comer alimentos impuros, observar el calendario de fiestas judío...), si quieren ser auténticos cristianos. El poder de la fe en Cristo Señor se impone sobre todos estos aspectos, y empuja a los cristianos gentiles a un gesto extraordinario de caridad, porque todos somos hermanos en Cristo, y nos debemos ayudar unos a otros.
No pensemos que el poder de la fe es algo del pasado, de tiempos oscuros donde la fe, la superstición y la irracionalidad caminaban al mismo paso y en mezcolanza. El poder de la fe no está limitado ni en el espacio ni en el tiempo; tampoco está limitado por el cuerpo o por el alma. El poder de la fe es total. Fuente Catholic.net