Hace pocos días La Patria de Manizales me invitó a un chat virtual con el gobernador y otros dirigentes del departamento de Caldas. El objetivo era recoger opiniones sobre lo que debería hacerse para ayudar a la reconstrucción del tejido económico y laboral del departamento, gravemente golpeado por la pandemia.
Mi recomendación fue sencilla: es tal la multitud de ayudas, de créditos, de subsidios y de apoyos que el gobierno o las agencias especializadas han ido anunciando a cuentagotas por estos días, que un departamento como Caldas debería organizar una secretaria especializada o adecuar alguna de las existentes, única y exclusivamente dedicada a llevar el inventario de las ayudas ofrecidas. Y servir, así como puente informativo para direccionar hacia las empresas, comerciantes y agricultores de la región esas ayudas. Apoyándose naturalmente en los municipios del departamento.
Vale la pena recordar que en España el gobierno de Madrid ha resuelto apoyarse en los miles de ayuntamientos, o sea, municipios que allí existen, para informar a la España profunda sobre la panoplia de apoyos y ayudas que se han arbitrado desde Madrid. Se busca así llenar el vacío informativo que existe sobre el sinnúmero de apoyos que se han dispuesto por el gobierno central. De la misma manera que se habla de un bache digital entre el centro y las regiones, podemos afirmar que existe un bache informativo entre el centro y la periferia. No todas las empresas que ameritan ayudas tienen la capacidad de Avianca para gestionar auxilios.
El diagnóstico que se hizo en España fue el de que una gran parte de las ayudas dispuestas por el gobierno o por las instituciones de crédito de carácter central no fluían aguas abajo, simplemente porque lo decidido en la cúspide no lo conocían las bases.
Algo por el estilo sucede en Colombia. Basta escuchar el programa televisivo presidencial de las seis de la tarde para darse cuenta de la cantidad de anuncios y ofertas que cada día hace el gobierno de Bogotá para los damnificados por la pandemia. La pregunta, sin embargo, es: ¿Cuántas de estas ayudas efectivamente son conocidas y aprovechadas por las comunidades regionales? ¿Cuántos de estos potenciales beneficiarios de la catarata de créditos subsidiados, de apoyos al empleo, de líneas de crédito garantizadas por el fondo de garantías, etc., etc., están desperdiciándose simple y llanamente por falta de información? No es una mera casualidad que un gran porcentaje de los cupos del fondo nacional de garantías se hayan quedado sin utilizar en esta emergencia.
En Colombia no tenemos un sistema centralizado para consultar todas las ayudas que se han dispuesto para los desvalidos de la pandemia, como existe en otros países. Juan Carlos Echeverri hizo recientemente un valioso ejercicio, sumando acá y restando allá, tratando de poner junta la información hoy dispersa de que se dispone. Y logró así dibujar un interesante mapa regional de las ayudas. Mostrando algunas protuberantes incongruencias entre pobreza y ayudas. Cosa que debía ser posible consultar fácilmente si existiera una página web oficial bien diseñada, como existe en Nueva Zelandia.
Afortunadamente para Caldas y para los demás departamentos del eje cafetero, la caficultura ha sido una de las actividades menos golpeadas por la pandemia. La cosecha se ha podido recolectar normalmente, ha salido una cosecha abundante, y los precios internacionales han sido aceptables. La caficultura -por primera vez en décadas- ha podido sortear una emergencia sin una crisis mayúscula.
Naturalmente, la gran recuperación del tejido social y empresarial la veremos cuando la apertura de la actividad económica que se ha anunciado para la primera semana de septiembre en todo el país arranque. Romper prudentemente las cadenas de la cerrazón a la que estuvo sometida la economía nacional por más de cinco meses es la clave para iniciar el arduo y largo camino (pues no será corto) de la recuperación económica.
Mientras tanto hay que aprovechar al máximo el abanico de ayuda y subsidios que se han venido organizando. Y para eso, las gobernaciones y los municipios, a través de secretarías especializadas, que puedan actuar como correas de transmisión informativa hacia los potenciales beneficiarios, juegan un papel invaluable. Este es el típico asunto que no se puede dejar solamente al cuidado de las autoridades bogotanas o de las entidades con domicilio principal en la capital. Hay que “platanizar” como decía Mario Gómez Estrada este mosaico de ayudas para que las aprovechen las regiones. Donde finalmente están sus destinatarios principales.