Políticos dinámicos | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Abril de 2017

La política es dinámica, es la expresión o calificativo que se  da a quienes la practican y la ejercen.  Es un adjetivo que puede admitir un montón de interpretaciones buena parte de ellas no muy edificantes; una es que se va acomodaticias de quienes la ejercen, sin consideración a los principios que se profesen o practiquen.  Interpretar a quienes se supone que deben dirigir debe ser virtud del político, pero otra quizás más importante y es la que lo debe distinguir, es la de orientar y dirigir a quienes se supone que los siguen y también a quienes no los siguen y pueden aumentar así  la cauda de seguidores. No siempre son del gusto general las orientaciones de los verdaderos dirigentes, pero suelen tener la paciencia y la tolerancia para manejar la psicología de los que en alguna manera disienten de lo suyo.

 El proceso de paz en el cual está navegando el país, es una de aquellas orientaciones que en su momento puede tener si no enemigos, sí quienes discrepan de la manera como aquel se pretende llevar adelante. El que tiene visión y claridad; de lo que  quiere verá los resultados. Es lo que estamos viviendo; pienso que no existen colombianos que no estén de acuerdo en que se acabe esta guerra fratricida. Naturalmente no todos están de acuerdo con la manera como ésta se está adelantando. Quienes ciegamente están en contra del “modus operandi” tachan la manera de cómo se está haciendo como un paso político tendiente a que el país va a caer en manos de un gobierno como el de Venezuela.

Las prerrogativas que se la han venido dando a los guerrilleros no pueden conducir sino a que, una vez constituidos como partido político, los guerrilleros desarmados e integrados a la vida política nacional nos conduzcan a una situación como la de nuestros vecinos. Esos puntos de vista se han convertido en el caballo de batalla de la oposición al Gobierno que con valor civil, ha asumido  el camino de la terminación de la guerra que nos ha asolado por medio siglo.  Los pasos que se han dado con muchos de los cuales se puede manifestar desacuerdo, posiblemente sean el costo de esta determinación.

¿Habrá algún colombiano que no esté de acuerdo con la erradicación de la corrupción que existe o que manifieste inconformidad con medidas que se tomen para acabar con este flagelo?  El sentido común de ciudadano de bien no permite otra cosa que combatir y castigar con todo rigor a quienes pretendan lucrarse a base de obtener dádivas derivadas de las contrataciones que el Estado debe suscribir para realizar sus programas de acción en lo físico o lo administrativo. Ahí fue donde se desquiciaron los dirigentes de las famosas manifestaciones del pasado 1 de abril. Los políticos dinámicos aprovecharon la ocasión para desvirtuar al malestar por el imperio de la corrupción en expresiones de ciega oposición, llenas de odio en contra del actual gobierno que no le hacen mal  sino a quienes lo sienten. Eso, por lo menos, se les oye decir a los sicólogos y sociólogos.