POR P. ANTONIO IZQUIERDO | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Agosto de 2011

El escándalo de la verdad

LECTURAS:  primera: Jer 38, 4-6.8-10; Salmo 39; Segunda: Heb 12, 1-4; Evangelio: Lc 12, 49-57
La verdad que proclama el profeta Jeremías escandaliza a sus contemporáneos. Las palabras de Jesús sobre el fuego del juicio, sobre el bautismo en la sangre de la cruz y sobre la espada que divide, también escandalizaron a sus oyentes, porque no respondían a sus expectativas. Y ¿no es verdad que no pocas veces escandaliza a los hombres la pedagogía divina que recurre, aunque no únicamente, a la corrección y al castigo?


No sólo Jeremías, no sólo Jesús, el mismo Dios puede provocar escándalo. A la comunidad a la que va dirigida la Carta a los Hebreos podía resultar “escandaloso” que Dios les permitiese pasar por un sin fin de sufrimientos; más aún, se les podía presentar con fuerza el “escándalo” del martirio, mediante el derramamiento de la propia sangre. ¿Cómo era posible que Dios dejase intervenir las fuerzas del mal en modo tan manifiesto? Por eso, el autor de la carta les invita a poner la mirada en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, que se sometió a la cruz soportando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


¡Escandaliza, que algo queda! No estoy recomendando el escándalo inmoral como, por ejemplo, el escandalizar a los niños con acciones malas o desproporcionadas a su capacidad de juicio. Propongo el escándalo de la verdad, y la verdad puede no gustar, puede ser más o menos oportuna, pero nunca podrá catalogarse de inmoral. La verdad de un pueblo sacerdotal, sin distinción de sexos, pero de un ministerio sacerdotal, al que Dios llama sólo a los varones; la verdad del matrimonio, constituido únicamente por la unión estable de un hombre y una mujer; la verdad del destino universal de todos los bienes de la Tierra, etc., etc. Estas verdades escandalizan a muchos oídos en nuestra sociedad. En vez de callarlas, hablemos de ellas, digámoslas una y otra vez. Digámoslas en público y en privado. Digámoslas todos.

¡Escandalicemos a nuestra sociedad con verdades fundamentales de la fe y de la moral cristianas!
“La verdad os hará libres”. En un ambiente social, en el que la verdad parece ser causa de esclavitud y servidumbre, porque se ignora o se menosprecia sea la naturaleza de la verdad sea la capacidad del hombre para la misma, los cristianos estamos convencidos de que la verdad en sí, y particularmente la verdad de nuestra fe nos hace libres. ¿Buscamos la verdad? ¿Vivimos en la verdad? O ¿acaso tenemos miedo a la verdad, a su fuerza subyugadora? Tener miedo a la verdad, en definitiva, es tener miedo a ser uno mismo, es tener miedo a ser coherente, es dejarse dominar por la ley absoluta de la mayoría, es perder dignidad humana. La verdad te hará libre. No lo dudes. Es la experiencia de los hombres grandes. /Fuente: Catholic.net