“Ni un solo candidato le ha hablado claro y duro a corruptos”
Esa es la pregunta de moda en el país. Pero hasta este momento, no hay un solo candidato de la docena que aspiran a la presidencia que transmita esperanza.
La gente no cree en los políticos porque los que han gobernado, de una u otra forma, dan la sensación de ocuparse más de su proyecto de vida que del objetivo de contribuir con la construcción de un país próspero. Ese es el problema en Colombia, que los políticos que han gobernado se preocupan por mantenerse en el poder y han usado y malgastado el presupuesto del país. Un presupuesto que no han podido entender no les pertenece, sino que es producto del aporte a través de los impuestos que los ciudadanos y las empresas realizan.
Contrario a eso, lo que hay es una repartidora de cuotas burocráticas que comienzan por las 191 entidades del estado que a su vez tienen cargos directivos y miles de contratistas a quienes después les cobrarán el pedacito de “torta” que les dieron.
Nuestros gobernantes y sus colaboradores han aplazado la tarea pendiente de luchar en contra de la corrupción para lograr el objetivo que cualquier ciudadano de a pie tiene en su cabeza como un sueño: que no se roben la plata.
Si la paz era un propósito y debe seguirlo siendo, la nueva conquista es tener una sociedad cero tolerante con la corrupción de sus gobernantes nacionales, regionales y locales. Pero eso debe comenzar con el ejemplo del futuro Presidente de la República.
Hasta ahora ni un solo candidato se ha atrevido a hablarle duro y concreto a los corruptos. De hecho en esta semana inicia la ley de garantías. Eso implica que en todas las entidades del Estado, los contratistas están sufriendo la extorsión de lo que implica la renovación de sus contratos para este año. Trabajar dependerá de un compromiso personal y familiar de aportar votos. Y muchas entidades están viendo entrar a su nómina un montón de gente que tiene el compromiso de aceitar la maquinaria de las candidaturas de congresistas y posteriormente de la presidencia, ante la incapacidad operativa de las oficinas de control interno disciplinario y de las entidades de control que con tanta corrupción seguro no dan abasto en su función de vigilar. Esa maquinaria funciona en las narices de los Ministros y Directores de las 191entidades que existen del orden nacional y que son dirigidas con astucia desde donde todos sabemos.
Lo que los colombianos quieren es un candidato que diga que cambiará por ejemplo, a todos los directores regionales de entidades como el SENA y el ICBF para frenar el clientelismo en estas entidades. Un candidato que se comprometa de manera contundente con no mercadear los puestos del Estado como un mafioso a cambio de votaciones en el Congreso. Un candidato que se comprometa con la reducción de los contratos de prestaciones de servicios y mejore la calidad de las nóminas en el Estado, evitando los favores políticos a punta de contratos. Que fortalezca las oficinas de control interno disciplinario de las entidades y que la Secretaria de la Transparencia de la Presidencia de la República deje de ser en concreto, un saludo a la bandera. Que se comprometa con No recibir apoyo de ninguna empresa que tenga contratos con el Estado ni que pretenda hacerlo en el futuro. Que tenga claro que para construir la paz, lo primero es dejar de robarse la plata de los colombianos. Es simple. Por ahora el voto en blanco es lo único que inspira a la opinión pública, porque la máquina ya está comprada. Lo que no se sabe a ciencia cierta es para quién.