“Gobierno Duque no la tiene fácil”
Por esta época del año, brujos y adivinadores nos dicen lo que va a suceder en el año, desde los resultados del fútbol hasta las candidaturas presidenciales, sin descuidar los conflictos internacionales. Y al final del año nos recuerdan que acertaron en este o aquel resultado.
Yo no tengo bolita de cristal ni brujo que me sople a las espaldas. Pero creo que se pueden pronosticar ciertos hechos con un cierto grado de probabilidad de acierto, sujeto, eso, al “si condicional”: si las circunstancias no cambian. Por ejemplo, creo que Trump será reelegido, si no se presentan cambio sustanciales en las relaciones internacionales (una guerra, por ejemplo). Me baso para ello en que las cifras de la economía gringa son las mejores en muchos años: están llegando al pleno empleo con más de siete millones de empleos creados en cuatro años; los índices S&P y Dow están en niveles inmejorables; las relaciones con China mejoran perceptiblemente etc. Y aunque no nos guste el personaje a los gringos les satisface.
El impeachment no tiene futuro en el senado y los precandidatos demócratas no tienen posibilidades de enfrentarse al presidente.
En cuanto a Venezuela, vengo diciendo hace varios años que hay Maduro para rato mientras los militares sigan disfrutando a sus anchas de las fábricas e industrias y sean los únicos cuyas familias tienen servicios médicos y posibilidad de comprar mercado y sean parte del combo del narcotráfico y también del contrabando de oro y coltán. La oposición ha sido incapaz de actuar unida y no hay posibilidades de un paro generalizado, que sería la otra alternativa para tumbar el régimen.
Me interesa más mirar el futuro de Colombia. Duque manejó razonablemente bien el paro y estableció las conversaciones -que no negociaciones- con el comité del paro dejando por fuera a tantos interlocutores que tienen tanto derecho, o más, de opinar como los sindicatos.
Al mando de Diógenes Orjuela, director de la Cut, el comité ha tomado vuelo y aunque sus manifestaciones públicas están reducidas a su mínima expresión porque la gente no comparte la violencia ni las pretensiones personales por encima de las necesidades del país, ellos creen tener derecho a cogobernar con Duque, por encima del Congreso. Van en más de cien pretensiones y se sostendrán –o al menos tratarán- en ellas amenazando con paros y violencia. De Duque depende que tanto los deje avanzar.
En cuanto al narcotráfico las perspectivas no son buenas. Tienen un enorme poder y hasta la nueva ministra de Ciencia y Tecnología arrancó oponiéndose al glifosato –y de pasada también al fracking- sin el cual no hay posibilidades reales de reducir la producción de coca. El país está inundado de coca y en nuestro territorio es imposible controlar la refinación y el tráfico de cocaína.
Aunque las cifras de la economía son prometedoras tenemos dos problemas graves: el desempleo, que no da trazas de ceder, y el desequilibrio de la balanza comercial que sigue montado en las exportaciones de carbón y petróleo. Seguimos importando alimentos y en 2019 se matricularon 264 mil automóviles nuevos, casi todos –apenas un 1.5% eléctricos o híbridos- de diésel o gasolina.
El gobierno tiene que ver si busca ajustes en los TLC que permiten la entrada de carros con cero aranceles o encuentra otra fórmula para cambiar las cifras. El déficit en la balanza a octubre del año pasado -última cifra disponible- es de USD 8.630 millones y el endeudamiento internacional no financiero del gobierno llegó en septiembre a USD 69.517 millones, cuyos intereses hay que pagar religiosamente.
El gobierno no la tiene fácil.