Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Julio de 2015

EN LUGARES DISTANTES Y DIFERENTES

Dos impresiones en el verano

DONDE  estuvieron las torres gemelas en Nueva York existe hoy un monumento que consiste en un gran foso profundo y en el medio del mismo otro más pequeño y aún más profundo. Sobre las paredes de ambos rueda agua permanentemente. En otro lugar, también de Nueva York, en el museo Guggenheim, tres salas estarán dedicadas a exponer obras de la artista colombiana Doris Salcedo. Son muebles de casa como unidos forzosamente entre sí o mesas con otra patas arriba sobre ellas mismas pero separadas quizá por una gruesa capa posiblemente de tierra.

Una manera de ilustrar cómo quedaban los lugares  de Colombia luego de un ataque paramilitar en una o tal vez todas las aldeas del país que vivieron esa terrible experiencia, si, desde cualquier punto de vista terrible y cobarde.

Ambas construcciones tratan de recoger dos situaciones de terror de la historia en lugares tan distantes y diferentes como pueden ser la gran manzana y este país indescifrable. Y logran misteriosamente el efecto. Estar de pie en el lugar donde hace pocos años murieron en un par de horas más de tres mil personas o recrear la desolación de la brutalidad de los hombres en armas asesinando aldeanos sin más trincheras que sus cómodas y camas, estremece a quien por un solo instante se dé cuenta de la tierra que pisa o las obras que contempla.

El arte y quizá otros muchos quehaceres humanísticos tienen la noble, pero dura tarea, de hacer de vigías de los peores estratos de la condición humana, para que no afloren sin resistencia. Y siempre hay que comunicar lo inenarrable con la esperanza de que no haya necesidad de volver a contar algo igual. Pero como el hombre es lobo para el hombre, tal vez artistas, poetas, músicos, dramaturgos, cineastas, pintores - los voceros del espíritu- estén condenados a nunca callar.

Si embargo, queda también la impresión de que la humanidad sigue su rutina sin hacerse muchas preguntas sobre lo sucedido, como si de esta manera negara lo que en verdad aconteció. Y esta es otra tragedia, la de no ver la necesidad de producir unos cambios más bien radicales que alejen la humanidad de la posibilidad de crear escenarios de sangre y dolor. Simplemente parece que todo fuera reconstruido para que todo siguiera igual. Antes estábamos bien, parece ser la afirmación del inconsciente. Pero las tragedias y la sangre derramada niegan de plano este concepto. “Si se calla el cantor …”.