Un crimen de guerra
Cuatro militares y policías inermes, que estaban en cautiverio de las Farc hace más de diez años, fueron asesinados de manera aleve y cobarde cuando se presentó una operación de combate con el Ejército.
Sea lo primero decir que los prisioneros en esa situación son personas no combatientes, protegidas por las normas del Derecho Internacional Humanitario, concretamente por el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra aplicable a los conflictos armados de orden interno y por el capítulo único del Título II del Código Penal, que habla de “los combatientes que han depuesto las armas por captura, rendición u otra causa análoga” (artículo 135).
Su asesinato constituye un crimen de guerra, sancionado con 30 a 40 años de cárcel. Por no ser población civil no es un crimen de lesa humanidad, como sí lo fueron el de los once diputados del Valle o el bombardeo de la iglesia de Bojayá.
Ante la reacción nacional y de la comunidad internacional, las Farc resuelven echarle la culpa al Gobierno: “íbamos a liberarlos” dicen, en una muestra de cinismo vergonzoso. Y la inefable escudera de las Farc, Teodora Bolívar, dice que probablemente los causantes de la muerte fueron los militares. El presidente Santos ha rechazado indignado el infundio y justamente elogiado a nuestras Fuerzas Militares. Aprovecho para preguntarme, ¿qué pasó con las investigaciones de la Farcopolítica? La Sala Penal de la Corte, pusilánime y politizada, la abandonó junto con los computadores de Reyes, me responden. Solamente el corajudo Procurador fue capaz de entrarle al asunto y sacó sin fletes a Piedad del Congreso.
Pero a todas estas surge de un lugar inesperado un defensor de la tesis de Teodora: nada menos que el Arzobispo de Cali que, en una carta y después en una entrevista, dice que no tiene claro quién los asesinó. Debe ser el único colombiano -con Piedad y su cauda-que no lo tiene claro. Su Excelencia Reverendísima padece de una indigestión ideológica que yo creía propia solamente de la teología de la liberación y del Cinep y, por supuesto, sus afirmaciones son producto de tal indigestión ¡Guácala! Se explica que doña Clara Rojas, que cree que por el secuestro salió graduada de estratega militar, diga que “la operación fue mal planeada”, pero que semejante bobería la diga el Arzobispo… Su Excelencia se pregunta, además, ¿por qué mataron a Cano, un hombre de más de 60 años, herido, ciego y solo?” ¡Lo que nos faltaba! ¡Zapatero a tus zapatos!
Las Farc han demostrado por enésima vez que son un grupo infame de desalmados y han dado otro portazo en la cara al Presidente que había reiterado su voluntad de paz.
Coda.Se está creando la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), liderada por Chávez, que pretende sustituir a la OEA. Es verdad que la centenaria OEA dirigida por Insulza no sirve de mucho. Pero la Ceclac, como Unasur, sirve sólo para crear una burocracia analfabeta, pagada con nuestros impuestos.