La resiliencia se define como la capacidad o habilidad que tenemos los seres humanos para reponernos ante la adversidad, es esa actitud que surge frente a las difíciles situaciones de la vida donde resurgimos o renacemos; nos reponemos y salimos adelante.

Más allá del perdón y la reconciliación, es quizás la resiliencia la que nos lleva a generar transformaciones, aprendizajes significativos para nuestras vidas y en muchos casos, es la que nos lleva a retomar la existencia, pero en caminos diferentes, me explico: tomando el ejemplo del secuestro o el asesinato de un ser querido, que son tal vez de las cosas que más marcan a un ser humano, esto es lo que llamamos nosotros hoy en día una víctima, cuando las escuchamos hablar, cuando esta situación difícil ha pasado, gran parte de ellos coinciden en que ya perdonaron a su victimario, pero lo que más llama la atención es que muchos tienen una actitud empoderada frente a la vida, un aprendizaje y a veces hasta un mensaje amoroso hacia su victimario.

¡Pues bien! Esta es la resiliencia que metafóricamente funciona como cuando arrugamos una hoja de papel en nuestra mano, cuando la soltamos ella cambia su forma, no vuelve a estar lisa, pero poco a poco si la observamos comienza a tomar una nueva forma y a intentar desarrugarse. La hoja somos nosotros, la mano la situación poderosa que nos afecta y nos arruga pero que pasa, la nueva forma es el aprendizaje aplicado a nuestra vida y la tendencia a desarrugarse la resiliencia.

A mí me sorprende diariamente, cómo las personas que acompaño en mi ejercicio profesional desarrollan la resiliencia frente a la enfermedad incurable, avanzada y progresiva, se empoderan, deciden vivir un día a la vez y aprender diariamente de todo lo que califican como malo y lo convierten en algo positivo. Muchos de ellos logran una buena respuesta de sus tratamientos con esta actitud resiliente. Por esto creo que, a pesar de cualquier situación difícil, que muchas veces pensamos que no podemos resolver o que nos sobrepasa, siempre surgirá la resiliencia para podernos reponer ante la adversidad.

Ahora llevémoslo a nuestra realidad de país, por ejemplo, esa resistencia de muchos frente a un proceso de paz que los llevó a votar por el No a la implementación del proceso, el ver a un candidato de la izquierda como posible ganador de las elecciones a la Presidencia de la República o posibles cambios como país, todo esto que vale la pena decir es completamente válidos pero que muestran esta aversión al cambio y por ende a la resiliencia como país. Por esta razón quiero a través de esta columna mostrar que a pesar de todo lo malo que pueda pasar en el corto plazo, Colombia es un país que ha mostrado ser resiliente y suele reponerse hasta de la adversidad, de la guerra, del dolor y del sufrimiento.