RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Diciembre de 2011

El dinero de los dictadores

Nadie  sabe qué es más difícil: apartar a un tirano del poder o lograr que devuelva o se confisquen en todo o en parte los dineros mal habidos, la riqueza que del pueblo pasó a sus bolsillos con la desfachatez que da el hecho de creer que la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos son propiedad del dueño del poder.

El proceso legal para retornar las cuentas cifradas en Suiza, Luxemburgo y Andorra, o las simples de Francia y el Reino Unido es largo y tortuoso. El voluntario es casi una utopía. Los sátrapas consideran que es patrimonio que les pertenece por derecho propio y en el peor de los casos saben que lo último que les queda es esa fortuna.

Aunque ahora los gobiernos y los bancos se muestran proclives a colaborar. Saben que se les viene el mundo encima si tratan de proteger a sus antiguos clientes. Como en la banca no existe la lealtad eterna, Suiza congeló 320 millones de euros del egipcio Mubarak, 620 millones del tunecino Ben Ali y 280 millones de Gadaffi.

La fortuna del libio se afora entre US$ 50.000 y US$ 150.000 millones. Con la ventaja de estar mucha de ella en cuentas de empresas oficiales (también eran de él), lo que facilita su devolución al Consejo Nacional de Transición, el órgano ejecutivo reconocido por el mundo como gobierno en Trípoli. Ya anunciaron la entrega de los primeros US$ 15.000 millones para favorecer la reconstrucción nacional.

Más compleja es la recuperación del producto del asalto al erario en Egipto y Túnez. Ya vendrán iguales problemas en Siria y Yemen. Porque en esas naciones los gobernantes depositaron sus dineros en cuentas personales difíciles de detectar y de confiscar. Implica romper el secreto bancario, valor inestimable del sistema bancario en algunos países, y en teoría victimar el concepto de propiedad privada. Tampoco es sencillo determinar cuáles de esos recursos son bien habidos y cuáles provienen de la corrupción y del abuso del poder.

Si no hay verdadero entendimiento con los nuevos gobiernos, la banca internacional podría tardar hasta 10 años en el proceso de legalizar esas devoluciones. Cuando las cuentas son personales, los bancos suizos, por ejemplo, tienen por norma retener durante 3 años esos fondos antes de proceder a reintegrarlos. Tienen, además, la atribución de devolver en todo o en parte los recursos en cuestión.

Y ya hay historia. En el caso del haitiano Jean-Claude Duvalier se necesitaron más de 20 años para entregar al gobierno de Haití menos de 5 millones de euros. El dictador congolés, Mobutu Sese Seko, ganó la partida y los suizos le mantuvieron 4,5 millones de euros que disputó con los actuales gobernantes del Congo.

Muchas veces triunfan los bandidos, es el ineluctable destino de los pueblos.